Mensis horribilis

Publicado en el Diari de Taragona el 26 de enero de 2020


A pesar de los buenos deseos que todos albergábamos con el cambio de año, el arranque del 2020 ha resultado devastador para la autoestima del área metropolitana de Tarragona. Primero se puso en marcha el nuevo tramo del Corredor del Mediterráneo, que ha significado una pérdida de conexiones ferroviarias en la estación urbana de la capital, así como un deterioro del servicio en diversas poblaciones circundantes. Poco después, un fallo en un reactor provocaba una descomunal explosión en el polígono químico, segando la vida de tres ciudadanos y poniendo en entredicho la seguridad de esta industria y la idoneidad de los protocolos de emergencia para afrontar este tipo de accidentes. Apenas unos días más tarde, Renfe anunciaba que los ansiados trenes de alta velocidad low cost (AVLO) pasarían de largo por la estación de Perafort como la caravana de limusinas de Bienvenido Mr. Marshall.

La reacción de nuestras autoridades ante esta secuencia de desgracias se ha reducido a un impotente pataleo, el recurso pueril de quien llega tarde a todo por no haber hecho los deberes a tiempo. Efectivamente, señores gobernantes, es intolerable que ustedes se enterasen por los medios de comunicación de las funestas consecuencias que acarrearía el nuevo mapa ferroviario. Es intolerable que determinadas empresas químicas estuviesen jugando con nuestra integridad física sin que ustedes ejercieran la debida labor de supervisión y control que tienen encomendada. Es intolerable que la presión para lograr unas conexiones dignas de alta velocidad no se haya ejercido hasta después de anunciarse la programación de frecuencias y paradas.

El área metropolitana, y más concretamente la ciudad de Tarragona, ha quedado sumida en una estupefacción paralizante, como el conejo que se detiene en medio de la carretera, deslumbrado por las luces del coche que va a atropellarlo. Vemos cómo el desastre se nos echa encima, pero no sabemos hacia dónde tirar. En cierto modo, nadie debería extrañarse de esta sensación, teniendo en cuenta nuestra falta de proyecto definido sobre el horizonte al que debe dirigirse nuestra capital durante las próximas décadas. Circulamos a base de volantazos, sin una hoja de ruta compartida por los principales agentes económicos y sociales, ni por los partidos políticos que se alternan en el poder local. Esta falta de visión estratégica a medio plazo nos hace malgastar un tiempo precioso y recursos limitados, pues nos aboca a desandar lo andado con demasiada frecuencia. Tarragona necesita urgentemente un pacto estratégico de ciudad bajo las siguientes premisas.

En primer lugar, debe tratarse de un acuerdo con visión TRANSGENERACIONAL, es decir, orientado a desarrollar la capital que queremos dejar en herencia a quienes nos sucedan. Para ello, debemos comenzar asumiendo una de las características definitorias de nuestra dinámica local: la existencia de una infinidad de actores relevantes (industriales, urbanísticos, culturales, comerciales, educativos, sanitarios, religiosos, profesionales, deportivos) capaces por sí solos de hacer descarrilar los grandes proyectos cuando chocan contra sus intereses. 

Precisamente por ello, será necesario plantear un diseño COLABORATIVO de este horizonte, procurando transaccionar las diferentes expectativas en juego para lograr un modelo con el que todos nos sintamos razonablemente cómodos (y, sobre todo, con el que nadie tenga la tentación de poner palos en las ruedas).

Esta gestación multidisciplinar permitirá dar al proyecto un carácter HOLÍSTICO, contemplando la Tarragona del futuro como un todo integrado de forma coordinada y coherente por las diferentes vertientes que nos definen como ciudad.

Sin duda, otra de las características esenciales de este proceso debe ser su desarrollo TRANSPARENTE, evitando dar la sensación de que los poderes fácticos se reparten un pastel de espaldas a la población, lo que generaría un clima social enturbiado que terminaría arruinando el acuerdo.

Para ello, resultará fundamental que el plan se construya sobre un cimiento nítidamente TÉCNICO, es decir, basado en el conocimiento y la veteranía de los expertos, y no en la opinión y las ocurrencias de los políticos.

Esta prevención metodológica permitirá otorgar a este proceso una característica inusual en nuestros proyectos públicos, que precisamente consiste en que sea VIABLE. De nada nos sirve la más espectacular de las maquetas (ya llevamos decenas) si no puede llevarse a la práctica o resulta insostenible. 

Sin embargo, el posibilismo debe ser compatible con un diseño AMBICIOSO, asumiendo que vivimos en una de las ciudades con mayor potencial de la costa mediterránea: buen clima, espectacular patrimonio monumental, fantásticas playas, posición estratégica, turismo consolidado, masa crítica…

Por otro lado, el planteamiento de fondo debe vincularse a un modelo METROPOLITANO que responda a la realidad de nuestro entorno, pues las interdependencias y sinergias que se desarrollan en el Camp de Tarragona convierten en utópico cualquier esquema encapsulado.

Y por último, si queremos que esa hoja de ruta colectiva goce de la necesaria continuidad temporal, este pacto debe ser políticamente TRANSVERSAL. Probablemente no sea necesaria la unanimidad, pero sí el respaldo leal de una mayoría clara de las fuerzas representadas en el consistorio, para evitar que la alternancia electoral lo haga naufragar a las primeras de cambio. Una vez definido el objetivo, el poder institucional debe hacerse con el liderazgo del mismo, impidiendo que nada ni nadie nos aparte del camino.

En definitiva, no se trata de redactar un cronograma de obras faraónicas, sino de visualizar y concretar conjuntamente la mejor Tarragona posible a medio plazo, para poder desplegar progresivamente nuestra enorme potencialidad y hablar con una sola voz en los foros donde se toman las decisiones trascendentales. El ritmo de transformación lo marcará el devenir político y económico, pero todos tendremos claro el camino que debe recorrerse a medida que sea ejecutable (y sobre todo, dejaremos de tomar atajos disparatados o incompatibles entre sí). Sólo así revertiremos la inquietante tendencia que este mes se ha manifestado de forma incontestable.

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