La última hipocresía
Publicado en el Diari de Tarragona el 26 de enero de 2014 Uno de los defectos más interiorizados por la partitocracia que padecemos es la tendencia generalizada a enjuiciar los actos políticos según su autor en vez de hacerlo por su mayor o menor acierto o adecuación a un modelo ético presuntamente compartido. Así, por ejemplo, cuando una formación respalda a un dirigente sospechoso de corrupción, sus correligionarios siempre consideran esta actitud una muestra de lealtad hacia quien todavía es presunto inocente, mientras los adversarios ven en este gesto un intento por tapar la porquería que está por llegar. Del mismo modo, cuando un gobierno logra un éxito, sus representantes siempre lo atribuyen a la magnífica gestión desarrollada durante los últimos tiempos, mientras los opositores defenderán contra viento y marea que ha sido fruto de la coyuntura general. Por supuesto, nadie se ruborizará lo más mínimo al sostener estas posturas, sea del partido que sea, aunque sus tesis choquen