Desde una galaxia muy lejana
Publicado en el Diari de Tarragona el 28 de enero de 2018 Una de las reacciones más habituales al vernos inmersos en una discusión irresoluble consiste en abrir el conflicto a nuevos actores para conseguir complicidades externas que respalden nuestra posición. Todos hemos contemplado o protagonizado alguna controversia entre amigos o familiares que ha terminado involucrando a terceros que sólo pasaban por allí. La pega de esta táctica es que frecuentemente estas víctimas de nuestra obcecación no tienen el menor interés por el asunto, y lo que es peor, carecen de conocimientos o experiencia para emitir un juicio fundado sobre el particular. Pero todo eso nos da igual: no buscamos su opinión sino su aval. Algo parecido comienza a sucedernos a nivel político. Ante la constatación de que somos incapaces de ponemos de acuerdo sobre la forma de solucionar nuestros problemas domésticos, no tenemos mejor ocurrencia que airear las vergüenzas más allá de nuestra fronteras en busca