Feliz 2016

Publicado en el Diari de Tarragona el 7 de enero de 2018


Llevábamos demasiado tiempo sin que Rajoy nos alegrara la mañana con uno de sus lapsus. Pero como las tradiciones nunca deben perderse, y menos en tiempo de Navidad, el Presidente aprovechó su último discurso de diciembre para transmitirnos sus mejores deseos para el año 2016.

Mucho se ha escrito sobre las incontables frases disparatadas del actual inquilino de la Moncloa, algunas de ellas verdaderamente cómicas. Aun así, millones de españoles siguen considerándolo un orador sublime. ¿Hay algo que se nos escapa a los demás? Teniendo en cuenta que toda lista de propósitos de Año Nuevo debería incluir el empeño por descubrir el fondo virtuoso de lo que aparenta ser negativo, podríamos intentar escudriñar esas escenas antológicas en busca de ese eminente y erudito mandatario que algunos no conseguimos atisbar.

Para empezar, hemos de reconocer que Rajoy tiene muy claros los principios de identidad y de no contradicción, dos de los fundamentos conceptuales de la lógica filosófica. Así, cuando el Presidente nos descubre que “un plato es un plato y un vaso es un vaso”, o cuando afirma solemnemente que "la cerámica de Talavera no es cosa menor, dicho de otra forma, es cosa mayor", puede que no estemos asistiendo a la agonía de la excelencia política, sino a una lección magistral que el pontevedrés nos ofrece gratuita y subliminalmente. En realidad, nuestro problema quizás no sea tener un gobernante que dispara tonterías a discreción, sino un pueblo iletrado y desagradecido, incapaz de detectar el sutil aroma de un magisterio que se le escapa.

Cabe también la posibilidad de que hayamos sido ingratos con Rajoy cuando ha intentado infructuosamente despertar nuestra curiosidad intelectual. A él no le basta con decirnos las cosas como son, sino que intenta barroquizar sus explicaciones para forzarnos a adoptar una actitud proactiva. Sería muy fácil decir que en nuestro sistema político los vecinos eligen al alcalde, o que a Podemos le interesa electoralmente que las cosas vayan mal. Pero Mariano, que mira por nuestro bien, alambica las expresiones para que debamos realizar un esfuerzo mental de comprensión, tanto en el primer caso (“es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”) como en el segundo (“cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí, el suyo beneficio político”). El Presidente intenta reactivar nuestra actividad neuronal y nosotros nos reímos de él. Si es que lo queremos todo mascado...

Sin embargo, parece que este benintencionado registrador ha asumido con el tiempo que los ciudadanos, pese a ser “muy españoles y mucho españoles”, solo somos capaces de seguirle el hilo si se comunica con nosotros mediante proposiciones simples y accesibles. A esta época naif corresponden frases inolvidables como “después del año catorce viene el año quince”, “los catalanes hacen cosas”, “por las carreteras tienen que ir coches y de los aeropuertos deben despegar aviones”, etc. Un verdadero Barrio Sésamo para mentes sencillas como las nuestras. Incluso finge ciertas lagunas de conocimiento para que podamos sobrellevar nuestra ignorancia sin bochorno: “esto no es como el agua que cae del cielo, sin que se sepa exactamente por qué”.

Teniendo en cuenta que “una cosa es ser solidario y otra serlo a cambio de nada”, el Presidente aprovecha además sus peculiares habilidades retóricas en provecho propio. Por ejemplo, optimiza el impacto de sus discursos introduciendo abruptamente una frase sorprendente. Como botón de muestra, tras la ruptura de la tregua terrorista de 2006, inició su mensaje televisado con un lapidario “ETA es una gran nación”. Algunos malpensados sospechamos que este hombre tenía problemas de riego, cuando en realidad se trataba de un eficaz recurso expresivo para captar al instante la atención de la audiencia.

También hemos podido observar en el ámbito diplomático esta inigualable capacidad para conquistar una posición de ventaja dialéctica. Recuerdo al líder del PP jugueteando en su atril con una estilográfica, durante una rueda de prensa conjunta con Angela Merkel. De pronto, la pluma salió despedida por los aires, ante la atónita mirada de la canciller alemana. No era una ridícula escena más del Presidente, sino una astuta maniobra para dejar a la dirigente germana fuera de juego. Estupefacta quedó la pobre. Algo parecido ocurrió durante un periplo por Latinoamérica, cuando Rajoy quiso “agradecer al gobierno cubano su protagonismo y sus contribuciones”, eso sí, diciéndoselo al presidente de Perú en el palacio gubernamental de Lima. Pero lo de Mariano no son meteduras de pata hasta el corvejón, sino hábiles tretas de estrategia negociadora en el difícil concierto internacional.

El político gallego también suele introducir ligeras equivocaciones en sus discursos, con el único objetivo de comprobar si estamos atentos a sus palabras. Por ejemplo, en las Cortes, inició una célebre intervención dirigiéndose al Presidente del Gobierno, siéndolo él mismo. Recordemos también otras apariciones estelares: “¿ustedes piensan antes de hablar o hablan tras pensar?”, “dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo: no he cambiado de criterio”, “somos sentimientos y tenemos seres humanos”, “como dijo Galileo, el movimiento siempre se acelera cuando se va a detener”, “lo que hemos hecho nosotros es engañar a la gente”, etc. También utilizó esta técnica cuando transmitió al presidente chino “los recuerdos del rey Juan Carlos II”, ante el desconcierto de Jorge Moragas.

He intentado finalmente encontrarle una explicación plausible e indulgente a la confusión de fechas de esta Nochevieja. No es la primera vez que esto sucede, puesto que en el Consejo Europeo de 2014 ya insistió en que vivíamos en 2011. ¿Cabe la posibilidad de que Rajoy no solo sea un preclaro estadista, sino que además pueda viajar en el tiempo? Lamentablemente, Stephen Hawking ha descartado indiciariamente esta hipótesis científica, ya que de lo contrario habríamos sido invadidos por una marea de turistas del futuro. Parece que no podré llevar hasta el final mi propósito navideño. Como diría el propio Mariano, "it's very difficult todo esto". En cualquier caso, feliz año a todos (sea el que sea). “Fin de la cita”.

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