La fiesta de Pedro J.
Publicado en el Diari de Tarragona el 30 de octubre de 2020 La cosa no va con ellos. Los llamamientos a reducir la actividad social son para la gente de la calle, para el españolito de a pie, que debe renunciar a reunirse con sus familiares y amigos bajo pena de excomunión cívica, como mínimo. Ahora bien, en el caso de los dirigentes políticos de cierto rango, los prósperos ejecutivos de las grandes empresas, los altos mandos del ejército, las figuras del deporte o del cuarto poder, la recomendación de evitar los encuentros multitudinarios está condenada a acabar atravesando el arco del triunfo de los susodichos. Y ni siquiera necesitan ocultar el asunto a la luz pública. Pueden montar tranquilamente un fiestón berlanguiano con casi un centenar de personas, ante los fotógrafos de los principales medios de comunicación del país, para que quede constancia de que los criterios repetidos hasta la náusea por las autoridades sanitarias sólo van dirigidos al vulgar populacho. Ellos no son gen