Encuestas navideñas

Publicado en el Diari de Tarragona el 5 de enero de 2014

Sin apenas concedernos tiempo para digerir el turrón, esta misma semana se ha publicado el primer estudio sobre intención de voto a nivel estatal. El sector demoscópico no pasa por uno de sus mejores momentos, tras protagonizar varios sonados ridículos en los últimos años (el más escandaloso, probablemente, la unánime previsión de que Artur Mas rozaría la mayoría absoluta en las últimas elecciones catalanas, un augurio que acabó hecho trizas tras impactar estrepitosamente contra la realidad). Aun así, intentaremos comenzar el año cumpliendo nuestros buenos propósitos, y concederemos a los encuestadores una nueva oportunidad a todas luces inmerecida.

Según los augures de Sigma Dos, si hoy se celebrasen elecciones generales, el PP ganaría holgadamente los comicios (eso sí, muy alejado de la mayoría absoluta) seguido a casi nueve puntos por un PSOE empeñado en confirmar la inexistencia de un mítico suelo electoral socialista. A escasa distancia aparecería IU, que triplicaría su respaldo popular, y UPyD, que rozaría el diez por ciento de los votos. Por último, ERC confirmaría su despegue a costa de CiU, mientras en Euskadi el trasvase se produciría en sentido contrario, con el PNV al alza y Amaiur viendo desinflado su brillante desembarco en las Cortes.

Aunque los dos años que restan para los próximos comicios generales son toda una eternidad en términos políticos, todo apunta a que el calendario juega a favor de los populares, pues incluso los más pesimistas descartan que nuestra economía esté aún peor que ahora a finales de 2015 (los datos de afiliación laboral en diciembre publicados este viernes invitan a pensar que hemos tocado fondo). En cualquier caso, lo más interesante del trabajo de Sigma Dos es la batería de preguntas complementarias que se ha planteado a los entrevistados. Tres datos: la nota de los ciudadanos a Mariano Rajoy apenas supera el tres (un suspenso incontestable), más del 70% de los consultados niega que en 2014 se inicie la reactivación económica (varapalo a la propaganda gubernamental), y una proporción aún mayor cree que la política del ejecutivo está retrasando la recuperación (no se puede decir nada peor de un ejecutivo a día de hoy). ¿Cómo es posible que, con esa percepción ciudadana, el PP siga liderando las encuestas? Basta echar un vistazo al contrincante para comprenderlo: para perder hace falta un rival… y no lo hay.

Los socialistas arrastran desde hace años una crisis ideológica que los está enterrando en el foso de la irrelevancia (según este estudio, desde noviembre su valoración ha vuelto a caer en beneficio de los populares). Ciertamente, la ciudadanía no comparte la política económica del gobierno, pero una inmensa mayoría considera que la ruta para salir de la crisis no pasa por aumentar el gasto público (receta tradicional de la izquierda) sino precisamente por reducirlo. De hecho, dos tercios de los encuestados exigen una inmediata bajada de impuestos para reactivar la economía, lo que demuestra que los españoles están adelantando al PP por su flanco liberal y se alejan a marchas agigantadas de los viejos lemas de socialismo tradicional. Para colmo, Ferraz tiene encima de la mesa un barullo muy serio con el modelo territorial, un problema que aún no les ha estallado en la cara porque no mandan en casi ningún sitio: en Catalunya luchan agónicamente entre dos frentes, en Euskadi defienden el Concierto Económico, en Andalucía propugnan un modelo homogeinizador… El PSOE no levantará cabeza hasta que designe una nueva dirección federal que pueda renovar un proyecto económico creíble, y sea capaz de imponer internamente una visión territorial medianamente compartida por sus federaciones. Me temo que va para largo.

Los acreedores electorales de la insolvencia gubernamental y el desbarajuste socialista son la IU de Cayo Lara (que ha conseguido atraer a la vieja izquierda que huye en desbandada de un PSOE ideológicamente noqueado), y la UPyD de Rosa Díez, una oportunista profesional que se dedica a recolectar descontentos de aquí y de allá: conservadores críticos con la corrupción popular, liberales defraudados con la orgía fiscal de Rajoy, socialistas contrarios a los derroteros federalizantes de Rubalcaba, etc. La otrora feliz consejera en el gabinete del nacionalista Ardanza se autoproclama la nueva Juana de Arco que liberará a nuestra democracia de los vicios derivados de una casta dirigente acomodada y sistémica (eso sí, intentado ocultar que vive de la política desde que saltaba a la comba). Visto cómo está el patio, puede que incluso consiga convertirse en el partido bisagra de la próxima legislatura.

Finalmente queda por analizar la evolución electoral del sector nacionalista, un factor irrelevante en el actual Congreso, pero que puede tornarse crucial en los próximos dos años: en primer lugar, porque está por determinar quiénes lograrán el liderazgo de sus respectivos territorios para asumir su representatividad ante la Moncloa (CiU o ERC en Catalunya, y PNV o Bildu en Euskadi); por otro lado, porque la forma en que se resuelva el órdago soberanista catalán puede poner patas arriba cualquier augurio sobre intención de voto en España; y por último, porque la previsión de una futura mayoría simple del PP abre todo tipo de posibilidades en la aritmética parlamentaria. ¿Un nuevo pacto de populares con convergentes o peneuvistas? Difícil, pero llevamos décadas contemplando a nuestras derechas cantando canciones de Pimpinela, y luego ha pasado lo que ha pasado. Cosas más raras se han visto.

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