La victoria más amarga



Publicado en el Diari de Tarragona el 24 de julio de 2023


Los sorprendentes resultados de las elecciones generales que se celebraron ayer permiten plantear varias reflexiones, cuando el recuento aún provisional parece descartar la mayoría absoluta del bloque conservador.

1.- La importancia de las expectativas. Si mostrásemos los resultados a una persona completamente alejada de la actualidad española, lo más probable es que pensara que los populares descorcharon anoche champán por su triunfo frente a los socialistas. Y fue exactamente al revés. El factor que trastoca esta lógica es el objetivo creíble para los dirigentes y seguidores de unos y otros: para el PP, gobernar con el apoyo de Vox o incluso con el respaldo exclusivo de pequeñas formaciones; y para el PSOE, frenar la aparentemente inexorable victoria de las derechas españolas por mayoría absoluta. Lo primero es inviable y lo segundo sucedió efectivamente.

2.- El ridículo de la mayoría de agencias demoscópicas. Desde hace semanas, la duda de gran parte de las empresas de encuestas era si el PP necesitaría o no a Vox para gobernar. La presidencia de Feijóo se daba por descontada. Como dato no anecdótico, la mayoría de estos estudios habían sido encargados por medios de comunicación con líneas editoriales situadas claramente a la derecha. Y parece haberse confirmado que, en este mundillo, se repite la escena de Blancanieves: “Espejito, espejito, quién es la más bella del reino”, que tiende a ser respondido por los presuntos expertos con el clásico “mi reina, tú eres la más bella”. Mucho cachondeo con el CIS, pero fue el único capaz de prever un empate técnico en votos entre socialistas y populares, que apenas ha arrojado una diferencia final del 1,3%.

3.- El engañoso resultado del 28M. Efectivamente, la derecha política y mediática llevaba más de un mes vendiendo los resultados de la última cita con las urnas locales y autonómicas como un gran desastre para los socialistas. Y efectivamente lo fue en términos de poder institucional, pero no tanto en respaldo popular. El PSOE apenas perdió 400.000 votos en aquellos comicios, una cantidad respetable pero que en absoluto era un desplome a escala estatal. Creerse las propias exageraciones es frecuentemente una estrategia suicida, y lo acabamos de comprobar. Mientras unos se repartían ministerios, otros confiaban en su históricamente poderoso suelo electoral. Y ya sabemos quién ha reído el último.

4.- La trascendencia del tramo final de campaña. Hace una semana, los ánimos estaban llamativamente fríos en el entorno socialista, que comenzaba a asumir una derrota clara, incluso contundente. El precedente de los comicios municipales y autonómicos no era precisamente motivador, y el mal papel que protagonizó Pedro Sánchez en su cara a cara con Feijóo acabó de hundir las ilusiones. Sin embargo, el PP ha terminado siendo probablemente víctima de su propio sprint final, jalonado con una serie de errores no forzados que han impedido consolidar su triunfo en una pelea que iba a decidirse a los puntos: el encontronazo con Silvia Intxaurrondo sobre la falsa revalorización popular de las pensiones, la ausencia en el debate a cuatro, los pactos frustrados con Bildu en el ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, el misterioso teletipo que confundió al líder conservador en el tema Pegasus, las incómodas narcoamistades del dirigente gallego…

5.- La consolidación de Sánchez como un ‘killer’. Guste más o menos, parece innegable que el máximo dirigente socialista es un genio de la supervivencia política, llevándose por delante a cualquiera que se ponga por delante. Lo hizo en el pasado, tanto con sus adversarios ideológicos como con sus rivales internos. Y lo ha vuelto a hacer ahora, colocando a Feijóo frente a su promesa de abandonar el liderazgo popular si finalmente no gobierna, viendo cómo Vox sufría un retroceso brutal, e incluso comprobando que hasta sus socios estables emporaban sus resultados: Sumar/Podemos, ERC, PNV… Y mientras tanto, el PSOE ha subido en escaños, porcentaje de votos y número de papeletas.

6.- El descalabro independentista en Catalunya. A diferencia de Euskadi, donde el soberanismo ha mantenido su representación, incluso agudizando su reparto interno (PNV baja un diputado pero Bildu lo suma), en el ámbito catalán el resultado de las fuerzas separatistas ha sido devastador. Sólo han obtenido 14 escaños de los 48 que estaban en juego. Pierden todas las siglas independentistas y la CUP incluso desaparece del Congreso. Esta debacle se corresponde con un triunfo arrollador del PSC, que probablemente rentabiliza su esfuerzo pacificador en el territorio, y que apunta maneras para conquistar el palacio de la Generalitat en las próximas elecciones autonómicas.

7.- No te gusta el sanchismo, pues dos tazas. Supongo que hoy no habrán dormido precisamente bien todos aquellos que fueron ayer a votar con el único objetivo de acabar con eso que ha venido a denominarse “el sanchismo”. Porque el resultado de las urnas no hará más que exacerbar todo aquello que se le ha reprochado al ejecutivo durante la última legislatura, especialmente su dependencia de numerosas y variadas formaciones políticas, algunas de ellas con evidente tendencia al extremismo. Vienen curvas.

8.- La dificilísima conformación del nuevo gobierno. En efecto, a Pedro Sánchez ya no le bastará con pactar el voto afirmativo de unos pocos partidos y la abstención de otros tantos, sino que necesitará el respaldo explícito de prácticamente todas las fuerzas no incluidas en el bloque de la derecha. Eso incluye al independentismo catalán y vasco, que sin duda venderán caro su apoyo. Pero cuidado con tensar demasiado la cuerda. El líder socialista ya demostró hace cuatro años que es capaz de convocar nuevas elecciones si no logra el acuerdo necesario, y puede que la sensible balanza que esta vez ha apuntado a la izquierda cambie de orientación si volvemos a pesar los votos dentro de unos meses.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota