Consejos tras una campaña determinante



Publicado en el Diari de Tarragona el 30 de julio de 2023


Parece existir cierta unanimidad sobre la enorme trascendencia que ha asumido la última campaña electoral en el resultado definitivo de los comicios del pasado fin de semana. A la vista de los graves errores multilaterales cometidos en esta ocasión, me permito proponer humildemente un decálogo de sugerencias aplicables a todos los candidatos en futuras citas con las urnas.

1.- Desconfía de las magníficas expectativas que te susurren los medios de tu cuerda. Algunas grandes firmas demoscópicas han demostrado últimamente que trabajan como los pintores de brocha gorda: ellos realizan el trabajo, pero el color lo decide el que paga. Aunque puede resultar motivador enfrentarse a unos comicios con la moral por las nubes, apoyar tus decisiones estratégicas en predicciones manifiestamente falseadas puede llevarte a cometer errores de bulto que arruinen tus posibilidades de triunfo.

2.- En el mismo sentido, no te engañes al solitario. Si vienes de unas elecciones en las que has ganado un gran poder territorial, aunque con un trasvase real de voto ciertamente limitado, no pienses que todo el trabajo está ya hecho. El dato relevante para la siguiente convocatoria son las papeletas de ventaja que tuviste frente a tu adversario, no las instituciones que le arrebataste. Una actitud de verdadero crecimiento exige poner el foco en aquello que es susceptible de mejora, no en unos éxitos relativos que sólo sirven para pavonearte.

3.- No te vengas arriba cuando tus asesores te digan que eres el más listo, el más alto y el más guapo, y que vas a barrer en el cara a cara contra un primerizo en la liga estatal. Puede que hayas fulminado en el pasado a todos tus rivales internos y externos, pero un exceso de confianza puede llevarte a preparar un duelo de forma deficiente, poniendo en serio peligro tus posibilidades de triunfo final. Y, sobre todo, si ves que estás teniendo una mala noche y que el adversario te está ganando la partida, no pierdas los estribos ni embarres el terreno de juego. Los electores votan por afinidad ideológica pero también por simple simpatía.

4.- Evita dirigirte a tus posibles votantes como si tuvieran ocho años, tanto en el tono como en los contenidos, por ejemplo, como cuando les dices que van a ganar más dinero trabajando menos horas, aumentando los salarios y reduciendo la jornada laboral. Eso es una carta a los Reyes Magos. Lo que deberías explicar es quién va a pagar eso, y de dónde va a salir el dinero para financiarlo. Recuerda que entre tus electores potenciales hay personas que saben sumar y restar.

5.- Sé claro sobre el partido que piensas meter en tu Consejo de Ministros. Si estás pactando recurrentemente con una formación concreta a nivel autonómico, y la semana antes de las elecciones declaras públicamente que no es un socio fiable, provocarás un desconcierto que probablemente desmovilice a tus votantes. Reconoce que resulta bastante chocante que desprecies como aliados a quienes probablemente habrían asumido importantes responsabilidades de gobierno si tú hubieras alcanzado el poder.

6.- Si representas a un partido llamado a ser muleta de otro más grande que aspira a conquistar la Moncloa, tu estrategia debe ser compatible con los intereses de ambos. Si torpedeas a tu socio mayor, corres el riesgo de acabar sumido en la insignificancia. Aunque es obligado marcar diferencias dentro de un mismo bloque, hacerlo de un modo que acabe hundiendo las expectativas reales de tu gran aliado no parece un planteamiento precisamente inteligente, salvo que tu objetivo real sea montar gresca desde la oposición de forma crónica, porque en el fondo sabes que harías el ridículo si un día te tocase gobernar de verdad.

7.- Intenta renovar tu mensaje. No se puede vivir de la política durante décadas apelando siempre a los mismos mantras emocionales, que quizás fueron efectivos hace una década para encender los ánimos patrióticos y poner patas arriba a todo un territorio, pero que no pueden ser una base programática solvente de forma indefinida. Si no concretas tu propuesta en aspectos específicos que preocupan actualmente a la ciudadanía en su vida diaria, es probable que termines descubriendo cuál es tu suelo electoral, que probablemente sea más bajo de lo que pensabas.

8.- No te tropieces contigo mismo, provocando penaltis no forzados. Todos nos equivocamos hablando en público, y decimos tonterías fruto del cansancio o la desconcentración, pero conviene tener un límite razonable. Sin duda, es bueno aprender de las personas que te precedieron en la presidencia de tu partido, pero intenta hacerlo en lo positivo y no en lo absurdo. Si desconoces quién es ‘the Boss’ o el funcionamiento de la pupila, no te metas en esos jardines. Puedes acabar convertido en una estrella del poco indulgente mundo del meme.

9.- Procura mantener una política de alianzas medianamente coherente. Nadie te va a tomar en serio como máximo dirigente estatal si tu formación pacta en cuestión de horas con un socio incómodo en una comunidad, mientras la lideresa autonómica de otro territorio dice que ese aliado sólo entrará en su gabinete por encima de su cadáver. Ofrecer la imagen de partido de taifas no está bien visto por el electorado, especialmente si representas un modelo ideológico que tiene entre sus valores fundamentales el orden y la unidad.

10.- Si te pillan en una o varias falsedades clamorosas en un debate de gran alcance, ten muchísimo cuidado de no volver por ese sendero en entrevistas posteriores. En la primera ocasión, en el mejor de los casos, habrás quedado como un tipo desinformado, pero en las siguientes quedarás retratado como un mentiroso sistemático. Ya sabemos que los políticos tienen lo que hoy llamaríamos una relación abierta con la verdad, especialmente en campaña, pero conviene no dejarlo tan patente. Porque se acaba pagando.

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