Yo no he sido

Publicado en el Diari de Tarragona el 30 de julio de 2020


Cada vez son más los países europeos que comienzan a establecer límites sanitarios a los viajeros procedentes de España. Por ejemplo, la semana pasada, las autoridades de Noruega y Gran Bretaña impusieron cuarentena a todas las personas que lleguen desde determinados puntos de origen, incluido el nuestro. El preocupante avance en los índices de contagio ha puesto en lógica alerta a todos los gobiernos, ante la creciente posibilidad de revivir la catastrófica experiencia de la pasada primavera. Todos esperábamos un rebrote a partir de septiembre, pero lo cierto es que el virus apenas nos ha dado unas semanas de respiro. Y aquí hemos vuelto a fallar todos, con un reparto equilibrado de las culpas: los expertos que auguraron un verano tranquilo por las altas temperaturas, las autoridades que se durmieron en los laureles al dar por supuesto un período de tregua, y los ciudadanos que confundieron el desconfinamiento con un festival de la irresponsabilidad.

A pesar de la discutible forma en que se ha gestionado esta crisis a nivel estatal, las inquietantes magnitudes epidemiológicas que vienen confirmándose durante las últimas semanas en Catalunya parecen confirmar que el Govern probablemente se lleve la palma en esta competición de ineptitud sanitaria. Apuesto a que serán muchos quienes consideren esta afirmación una muestra de hostilidad mesetaria contra los actuales inquilinos del Palau de la Generalitat, una sospecha que se desmonta por sí sola al revisar la identidad de las fuentes que han destacado públicamente la descomunal incompetencia con la que se ha abordado la pandemia en nuestro territorio.

Por un lado, el primer ministro francés, Jean Castex, realizó la pasada semana un llamamiento a sus conciudadanos para que evitasen viajar específicamente a nuestras comarcas. "La situación en Catalunya muestra indicadores sanitarios degradados. Recomendamos vivamente a los ciudadanos franceses que eviten desplazarse allí mientras no mejore la situación en ese territorio", declaró el mandatario galo en el aeropuerto Charles de Gaulle de París, tras la reunión del Consejo de Defensa presidido por Emmanuel Macron. Semejante posicionamiento ha supuesto un mazado para el sector turístico autóctono, teniendo en cuenta que Catalunya es la comunidad española preferida por los viajeros franceses, donde este colectivo representa el 20% de la clientela extranjera. La reducción de llegadas resulta especialmente devastadora en la Costa Daurada, donde el turismo galo ha rondado, durante los últimos años, más de dos millones y medio de pernoctaciones anuales.

De forma prácticamente simultánea, Financial Times dedicaba el pasado fin de semana un reportaje a la calamitosa defensa contra el Covid perpetrada por las autoridades catalanas. El artículo de Ian Mount destacaba que nuestro territorio, pese a representar sólo el 16% de la población española, sumaba casi la mitad de los contagios registrados a nivel estatal durante las últimas semanas, una estadística que “evidencia los errores y las flagrantes debilidades en la respuesta oficial. Las tensiones existentes entre el gobierno autonómico y las autoridades de Madrid se vieron agravadas por la ausencia de preparación, la complacencia y la falta de seguimiento de los casos, respaldadas por la falsa suposición de que habría suficiente tiempo antes de la segunda oleada”. El diario británico reproducía las declaraciones de Àlex Arenas, profesor de la Universitat Rovira i Virgili: “Las autoridades de salud pensaron que tendríamos una pausa por el virus durante el verano, aunque no tengo ni idea de en qué datos se basó. Esto me parece un error monumental". Ian Mount también se sorprendía por la inacción del ejecutivo catalán a la hora de controlar los brotes en contextos humanos y espaciales muy delimitados: “Las residencias de ancianos y las empresas procesadoras de carne han sido focos de infección en todo el mundo, pero generalmente son entornos contenidos donde se pueden rastrear los contagios”. En efecto, el principal reproche de Financial Times a la Generalitat es su “incapacidad para desplegar un número suficiente de rastreadores para monitorizar las infecciones. En los días posteriores a la finalización del primer confinamiento, Catalunya tenía menos de 200, cuando los expertos afirmaban que se necesitaba un mínimo de 1.400”.

Incluso el mismísimo Oriol Mitjà, antiguo gurú científico de Palau, ha criticado con dureza la gestión del gobierno de Quim Torra, al que reprocha “no haber aprendido la lección”, y no tener la “valentía para tomar decisiones de forma mucho más asertiva”. El principal asesor del Departament de Salut durante el pico de la pandemia ha acusado a la consellería liderada por Alba Vergés de haber sido “un palacio infranqueable, donde era muy difícil asesorarles”. Según este experto, la principal función del Govern en esta fase de la crisis era rastrear la secuencia de contagios, una labor en la que el ejecutivo autonómico “ha fallado”. En el mismo sentido se ha manifestado Marta Pascal, excoordinadora general del PDeCAT, en una reciente entrevista publicada en el Diari de Tarragona: “A mí me hubiera gustado que la Generalitat hubiera gestionado la pandemia desde el primer momento. No fue así, pero ahora que lo hace, no está a la altura. Este desbarajuste como país no nos lo podemos permitir, y menos cuando hay vidas en juego”.

Ante la avalancha de críticas de científicos, dirigentes y medios internacionales, la respuesta del Molt Honorable se ha reducido a convocar esta semana una rueda de prensa para descargar toda la culpa de los rebrotes descontrolados en la ciudadanía. El trasfondo del mensaje podría resumirse así: si esto se va a pique (que se irá), no será por culpa mía, sino por la vuestra. Balones fuera. Definitivamente, estamos en manos de un club de trileros sin el menor sentido de la responsabilidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota