Espadas en alto

Publicado en el Diari de Tarragona el 25 de junio de 2020


La positiva evolución sanitaria de algunos territorios está permitiendo que sus ciudadanos podamos recuperar progresivamente el ritmo de vida que perdimos el pasado mes de marzo. Se trata de una noticia que deberíamos celebrar como colectivo, porque demuestra que haber hecho las cosas razonablemente bien nos ha regalado un billete en el vagón de cabeza de la reactivación social. Sin embargo, también es cierto que puede favorecer una falsa sensación de prueba superada entre la ciudadanía. Y no es así, en absoluto. De hecho, estos últimos días se suceden las informaciones sobre numerosos rebrotes del coronavirus, tanto a nivel internacional como en nuestro entorno más próximo.

El caso más significativo en Europa probablemente se esté produciendo en Alemania, donde una planta cárnica de la empresa Tönnies ha registrado ya más de mil quinientos contagios entre sus seis mil empleados. Por lo visto, gran parte de los trabajadores de este matadero proceden de países del este, desde donde viajan hacinados y sin apenas medidas de seguridad higiénica, un factor que algunos expertos vinculan al incidente. El rebrote ha obligado a las autoridades de Renania del Norte-Westfalia a dar marcha atrás en la desescalada en los distritos de Gütersloch y Warendorf, reactivando las limitaciones de movilidad para más de medio millón de habitantes (por ejemplo, sólo se permiten los contactos entre un máximo de dos personas, si no pertenecen a la misma unidad familiar), junto con otras restricciones como la prohibición de viajar en autobús o el cierre de teatros, bares, museos, colegios, guarderías, gimnasios, etc.

También hemos conocido la disparatada difusión del virus que se ha desatado en el Adria Tour, una competición promovida por el tenista Novak Djokovic sin ningún tipo de medidas de prevención frente al Covid-19. El deportista serbio, reconocido militante antivacunas y defensor de la pseudomedicina, últimamente ha decidido convertirse en una bomba epidémica andante. Las imágenes del fiestón que organizó durante el torneo eran suficientemente elocuentes (en un local cerrado, todos sin mascarillas, sin distancias de seguridad, etc.) y pronto se conocieron los efectos médicos de aquel descerebrado festival de la irresponsabilidad: Dimitrov contagiado, Coric contagiado, Groh contagiado, Troicki contagiado… Por si fuera poco, parece que fue el propio Djokovic quien infectó a su compatriota Nikola Jokic, estrella de los Denver Nuggets, durante una celebración de la NBA a la que acudieron juntos.

Sin embargo, no hace falta cruzar nuestras fronteras para detectar rebrotes de cierta magnitud. El Ministerio de Sanidad ha localizado treinta y seis nuevos focos de contagio desde el comienzo de la desescalada, de los que once todavía siguen activos, según el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón. Entre ellos destacan los de Ribeira (La Coruña), Navalmoral de la Mata (Cáceres), Rafelbuñol (Valencia), Pamplona, Valladolid, Murcia, Málaga… Quizás, el más preocupante haya sido el que se ha producido estos días en Huesca, con catorce positivos en una explotación frutícola de Zaidín, obligando a recuperar la Fase 2 de desconfinamiento en tres comarcas orientales: el Bajo Cinca, Litera y Cinca Medio. De hecho, entre los últimos setenta y seis positivos identificados en la provincia, cincuenta y cuatro pertenecían a estas tres zonas. Y el problema no se detiene, lo que forzó el pasado martes a añadir una nueva comarca oscense a la lista negra: Bajo Aragón-Caspe.

En Catalunya tampoco nos libramos. Tal y como ha informado el Departament de Salut de la Generalitat, la residencia de ancianos Castrillón, en Lleida, ha registrado un brote de coronavirus con dieciocho afectados, trece de los cuales son residentes y cinco empleados. Por lo visto, los cuidadores detectaron la pasada semana a varias personas con síntomas compatibles con el Covid-19, y las pruebas PCR ratificaron las peores sospechas. Tras la confirmación de los positivos, se puso en marcha el protocolo para aislar a los contagiados del centro, que actualmente dispone de cuarenta y tres plazas. Conviene resaltar que esta residencia contaba con el distintivo verde, es decir, que estaba acreditada como un centro libre de contagios en el momento en que comenzaron a permitirse las visitas de los familiares, bajo estrictas medidas de seguridad. Pero ni siquiera estas precauciones fueron suficientes.

Las estadísticas señalan que durante las últimas jornadas se han avivado las transmisiones del virus de forma significativa, un escenario que entraba dentro de lo esperable en el marco de un desconfinamiento casi total. De hecho, algunos índices de contagio han arrojado esta semana unos datos que no eran tan negativos desde finales de mayo. Dicho de otro modo, la posibilidad de infectarse hoy en nuestras calles es mayor que hace un mes. Las autoridades sanitarias reconocen abiertamente, por ejemplo, que los controles en los aeropuertos no están siendo muy efectivos. Esto no significa impepinablemente que debamos dar pasos atrás en la desescalada, pues la reactivación económica y social era una necesidad imperiosa, pero sí que hemos de ser conscientes de que el fin definitivo de esta amenaza está todavía muy lejos.

Parece evidente que debemos mantener las espadas en todo lo alto, a pesar de que estamos introduciéndonos en un ambiente estival de desconfinamiento que invita a la despreocupación. No se trata de vivir con miedo, pero sí de interiorizar que sólo hemos superado una pequeña etapa de un reto que durará muchos meses más. Y actuar en consecuencia: respeto de protocolos, distancias de seguridad, mascarillas donde proceda, etc. No arruinemos tontamente el esfuerzo de los últimos meses.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota