Donde hay canciller no manda presidente

Publicado en el Diari de Tarragona el 2 de junio de 2013

Las autoridades comunitarias han difundido esta semana el pliego de recomendaciones para cada una de las economías de la zona euro. A varios países se les conmina a mantenerse firmes en la senda de la austeridad, mientras otros parecen tener mejor suerte: pensemos que a Alemania se le invita a aumentar los salarios y a reducir sus impuestos, benditos deberes. En el caso español se incluyen dos buenas noticias que darán un respiro a nuestros responsables políticos: subida de dos décimas en el margen de déficit para este año, que pasa del 6,3% inicial al 6,5% revisado (un aumento que equivale a 2.000 millones de euros extra) y prorroga hasta 2016 en el plazo para que España alcance un déficit por debajo del 3%, es decir, dos años más. Se mantiene la partitura pero se suaviza el tempo, se confirma la medicina pero se modera la posología.

Pero como en esta vida casi nada es gratis, los testaferros de Berlín en Bruselas también nos obsequian con una serie de “consejos” de obligatoriedad discutida: reducción de deducciones en el IRPF, eliminación de artículos con IVA reducido, revisión de los criterios de percepción y actualización de las pensiones, etc. Leña al mono que es de goma. Los partidos de la oposición se han echado las manos a la cabeza por la sumisión del virrey Rajoy a los dictados de la metrópoli germana, volviendo a evidenciar en algunos casos un grado de hipocresía ciertamente bochornoso: recordemos que Zapatero sometió de la misma forma sus principios al dictado teutón en 2010, y que las formaciones nacionalistas están aplicando equivalentes políticas contractivas en sus respectivos territorios. Mientras el gobierno insiste en que sólo se trata de recomendaciones, el ministro de economía y vicecanciller alemán, Philipp Rösler, emite un comunicado certificando el carácter vinculante de las recetas comunitarias. Dejémoslo en que, como diría Don Vito, Bruselas nos ha hecho una oferta que no podremos rechazar. No es nada personal, sólo son negocios.

Las autoridades españolas siguen aferradas al sueño de una recuperación inminente que sólo ellas intuyen (las exportaciones, cesta de esperanza donde hemos colocado todos los huevos, caen sin parar por la expansión de la recesión) insistiendo pertinazmente en otorgar al informe europeo un valor meramente informativo. Últimamente me entran escalofríos cuando Luis de Guindos afirma públicamente que determinada posibilidad no está en la agenda del gobierno, o cuando Cristóbal Montoro niega que una eventual decisión se encuentre entre sus planes… A temblar. La creencia en la veracidad de las declaraciones gubernamentales ha quedado abandonada en un rincón de nuestra experiencia infantil de fe junto al Ratoncito Pérez y los Reyes Magos. ¿Y qué ha dicho Mariano Rajoy? Pues lo de siempre: que a él no le gusta subir los impuestos, que no quiere hacerlo… Éste es el momento en que el temblor comienza a transformarse en irritación. ¿A quién le importan sus apetencias? Lo que nos preocupa es lo que de hecho va a hacer, al margen de que le guste o no. El clímax de la exasperación llega más tarde, con un rojizo engordamiento de las venas del cuello y un ligero tic en el párpado izquierdo, cuando el presidente reprocha ufano que cuando salgamos de la recesión seremos muchos los que tendremos que darle la razón. ¿Acaso el hecho de que un país deje atrás una crisis supone necesariamente que las políticas de su gobierno eran las idóneas? A lo largo de la historia han sido incontables las civilizaciones que han superado épocas oscuras, muchas veces a pesar de unos líderes cuya torpeza ha complicado y retrasado el camino hacia la recuperación. Una vez oí en Italia que el país avanzaba “pese al gobierno”, una brillante conclusión que nuestros dirigentes no suelen terminar de comprender, cegados por su borrachera de poder (González), sus delirios de grandeza (Aznar), su iluminismo patriótico (Ibarretxe), su adanismo incompetente (Zapatero), su regalada mayoría absoluta (Rajoy), su vocación mesiánica (Mas), etc. Señores políticos: la gran mayoría de los ciudadanos ya no esperamos de ustedes que sean capaces de solucionar nuestros problemas; a estas alturas nos conformamos con que no estorben demasiado y no nos salgan muy caros.

Volviendo al tema, y si se me permite el símil vacuno, las autoridades comunitarias (los veterinarios) llevan años actuando al dictado de los países del norte de Europa (los granjeros) aunque algún iluso siga pensando que son voluntarios de Greenpeace. En consecuencia, sus prescripciones para los estados en apuros no persiguen la mejora de nuestra economía (el bienestar de las reses) sino el aseguramiento en el cobro de las cantidades que éstos deben (la leche) como se ha puesto de manifiesto en el caso de Grecia y Chipre. Afortunadamente, alguien en Alemania parece haberse dado cuenta de que, si se sigue dopando y ordeñando a este ritmo, los animales morirán sin remedio. Y esto nos perjudica a nosotros…y también a ellos. Están en su derecho, pero no nos engañemos: el sueño de una Europa solidaria que busca el progreso armonioso de todos sus miembros se evaporó con el inicio de la crisis.



Las últimas semanas se ha comenzado a rumorear que Mariano Rajoy, pese a iniciar su legislatura presumiendo de su sintonía con Ángela Merkel, ha caído por fin del caballo y empieza a recelar de las recetas de Bruselas. Bienvenido al club, señor presidente. Ahora ya sólo falta actuar en consecuencia.

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