Desafección emocional

Publicado en el Diari de Tarragona el 31 de marzo de 2013

Ya en 2007, antes de la sentencia del TC y la crisis económica, el President Montilla supo alertar acertadamente sobre "la sensación de abandono que la sociedad catalana viene padeciendo y que puede minar gravemente la voluntad de Catalunya de ser punta de lanza del desarrollo económico de España". Pese a liderar de la mano de ERC e ICV un gobierno lamentable cuya herencia económica padecemos en la actualidad, el líder del PSC defendió en el Foro Nueva Economía que "la primera prueba de lealtad institucional es advertir de las graves consecuencias políticas de una desafección emocional de Catalunya hacia España y hacia las instituciones comunes", por lo que reclamaba una reacción urgente de las autoridades españolas “si se quiere evitar un alejamiento que podría ser irreversible".

Este premonitorio discurso, que parece estar cumpliéndose al pie de la letra, podría trasladarse perfectamente al clima que actualmente se respira a nivel comunitario. Parafraseando a Montilla, deberíamos alertar sobre la sensación de abandono que los países mediterráneos vienen padeciendo y que puede minar gravemente su voluntad de permanecer comprometidos en el proyecto europeo. Del mismo modo, la primera prueba de lealtad institucional por parte de los gobiernos afectados es advertir de las graves consecuencias políticas de una desafección emocional de la ciudadanía del sur europeo hacia sus vecinos del norte y las instituciones comunes, por lo que se impone un inaplazable cambio de rumbo de Bruselas si se quiere evitar un alejamiento que podría resultar irreversible.

Los mercados financieros han conducido a los países mediterráneos ante la canciller alemana para ser juzgados, y la mandataria les ha condenado a muerte lavándose las manos, fingiendo que es la inexorable matemática económica y no su intransigente e interesada apuesta por la austeridad draconiana la que realmente ha acabado con sus posibilidades de supervivencia. Si liberas a estos hombres te declararás enemiga de los fondos de inversión… Durante este vía crucis de cinco años, los condenados han sufrido toda suerte de insultos y maltratos en su travesía hacia la cumbre de la estabilidad presupuestaria, con la escasa pero bienintencionada ayuda de un exhausto estado del bienestar que ha compartido su carga a lo largo del camino. Mientras tanto, las entidades financieras que tan cercanas a ellos se mostraron cuando las cosas iban bien, ahora reniegan de ellos tres veces, no vayan a correr su misma suerte. La mayor parte de los sentenciados acabarán en el patíbulo de la bancarrota, donde los guardianes del proceso se repartirán lo que quede de sus posesiones. Allí morirán juntos ladrones y justos, sin tener en cuenta si los pecados que han originado la condena fueron propios o ajenos.

Ciertamente, la solución planteada por Bruselas para acabar con la crisis chipriota demuestra que las autoridades comunitarias se han quitado definitivamente la careta, mostrándose dispuestas a traspasar cualquier línea roja con tal de satisfacer los deseos de la dueña del continente. En mi opinión, por muy duro que parezca, es de justicia que seamos los ciudadanos los que paguemos los desmanes de nuestros gobernantes. Cada uno debe responsabilizarse de los problemas que ha generado, directa o indirectamente, y los demás no tienen por qué sufrir las consecuencias derivadas de que algunas sociedades hayamos votado estúpidamente a iluminados, sinvergüenzas e incompetentes.

Sin embargo, la discutible fórmula propuesta por los guiñoles comunitarios para solucionar la crisis chipriota de acuerdo con los intereses de la ventrílocua Merkel choca frontalmente con este principio. Según la canciller alemana, ya va siendo hora de que “los bancos asuman su responsabilidad y se salven a sí mismos”. Completamente de acuerdo, querida Ángela, ¿pero qué tiene que ver el depositante de una entidad financiera con los propietarios de la misma? Me gustaría proponer un ejemplo para clarificar las cosas. Supongamos que hemos acudido a un restaurante a comer, y mientras nos sirven el primer plato, llega un funcionario de hacienda a inspeccionar el local. Después de revisar la documentación del negocio, y mientras los clientes nos disponemos a degustar el postre, el inspector pide silencio en el comedor y nos comunica que el establecimiento debe seis mil euros al fisco, por lo que procederá a pasar por la mesas para cobrarnos a los comensales la cantidad que nos corresponda proporcionalmente. ¿Absurdo? Pues esta aberración resume la milagrosa solución planteada a Chipre.

Esta misma semana el semanario Der Spiegel publicaba un editorial que demuestra que nuestros recelos comienzan a calar también en la sociedad germana. "La idea de integración europea de Merkel es simplemente que Europa debe plegarse a la voluntad política de Alemania. Como en el pasado, los perdedores están siendo ridiculizados. La realidad es esta: los pobres de Atenas están pagando a los ricos en Alemania. Los alemanes no sólo no han pagado la crisis, sino que se han aprovechado de ella. Aquel que crea que el eterno asunto de la guerra y la paz en Europa ha sido enterrado de manera permanente estaría cometiendo un error monumental. Los demonios no han sido desterrados, simplemente están durmiendo". Lamento compartir el análisis. Si la UE sigue demostrando con hechos que su principal objetivo es velar por los intereses financieros de Alemania, puede que en breve asistamos al final del sueño europeo de caminar unidos hacia el futuro.

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