La clase política abandona el centro de la fiesta

Publicado en el Diari de Tarragona el 3 de agosto de 2019


El nuevo gobierno municipal de Tarragona ha hecho público esta semana el nuevo formato de las inminentes fiestas mayores de Sant Magí y Santa Tecla. Algunas de estas novedades han sido inmediatamente contestadas por algunos dirigentes de la oposición, como la antigua teniente de alcalde de Cultura, Fiestas y Patrimonio, Begoña Floria. Aunque algunas de estas medidas pueden ser discutibles, el planteamiento de fondo que alimenta estos cambios resulta razonable y actualiza estas celebraciones en consonancia con la evolución de la sensibilidad mayoritaria de la ciudadanía. Efectivamente, la vieja pulsión de las autoridades por acaparar visibilidad y privilegio en cualquier acto público difícilmente casa con una mentalidad que tiende a rechazar este tipo de gestos cuando no vienen impuestos por el propio protocolo institucional en el ejercicio de sus funciones esenciales. 

Algunos llevamos años denunciando en estas páginas el excesivo protagonismo que las autoridades locales de Tarragona suelen arrogarse en eventos no directamente vinculados con su función estrictamente política, por ejemplo en determinados actos ligados con la Semana Santa. Personalmente, celebro que nuestros concejales deseen asistir a misas y procesiones, pero somos muchos los que preferiríamos que lo hicieran como todos los demás, a título particular. La sociedad actual quiere ver en sus representantes a unos servidores de la colectividad, no a unos nuevos nobles que se pavonean ante el vulgo gracias a su privilegiada posición, aunque sea con fecha de caducidad. 

Como ejemplo del nuevo tono que el nuevo ejecutivo local desea fomentar en las fiestas de Tarragona, los balcones del Antic Ajuntament y del actual Palau Municipal se abrirán a la ciudadanía para que algunos afortunados puedan disfrutar también de esta magnífica perspectiva durante las tradicionales actuaciones castelleras, tanto las de Sant Magí en la plaza de les Cols, como las de Santa Tecla en la plaza de la Font. No es la primera ciudad catalana que adopta esta iniciativa, con el objetivo de evitar la sensación de coto privado que transmiten frecuentemente estos palcos de honor para nuestros representantes, mientras el pueblo llano se apretuja en la calle para ver lo que buenamente pueda bajo un sol de justicia. Aunque la nueva medida municipal tiene un carácter eminentemente testimonial, pues apenas podrán beneficiarse de ella una decena de personas elegidas por sorteo, sin duda traslada un mensaje positivo para dotar a las nuevas fiestas mayores de un talante más fresco, abierto e inclusivo. 

En segundo lugar, el nuevo alcalde y concejal de Fiestas, Pau Ricomà, anunció que desde este año el pregonero se dirigirá directamente a la multitud congregada en la plaza desde el propio balcón central del Ayuntamiento, en vez de hacerlo a puerta cerrada en el salón de plenos. Se trata de una práctica muy extendida y que tiene un sentido evidente, al convertir a los habitantes de la ciudad en protagonistas y destinatarios directos del pregón, sin necesidad de filtrar este rol a través del embudo de nuestros gobernantes. Sin duda, la democracia representativa es un método idóneo para debatir y adoptar medidas que afectan a la colectividad, pero eso no significa que un reducido colectivo deba suplantarnos en todo momento y lugar sin venir a cuento. Efectivamente, es imposible que cien mil tarraconenses analicemos y votemos el POUM, pero sí podemos escuchar las palabras de Eduard Boada desde la plaza de la Font si se instala un equipo de megafonía adecuado. Abrir las fiestas a la participación popular siempre es positivo. 

Por último, el ejecutivo municipal ha acordado con los Portants de l’Aigua de Sant Magí que el carro de autoridades que participaba en la comitiva, recién llegada desde la ermita de la Brufaganya, sea sustituido a partir de este año por otro que sólo lucirá el Penó dels Portants. He de reconocer que este evento me toca más de cerca, pues en mi familia hemos participado ininterrumpidamente en esta celebración desde hace más de una década, con la obvia excepción provocada por la controvertida suspensión del año 2017. Sinceramente, partiendo de que las tradiciones arraigadas sólo deberían suspenderse cuando exista un argumento razonable que lo justifique, no acabo de entender la necesidad de acabar con esta costumbre. Sin embargo, tampoco considero que esta modificación menoscabe la esencia de esta festividad, cuyos protagonistas no son los políticos sino los propios Portants del agua y los niños que reparten albahaca entre la ciudadanía congregada en las aceras de las calles por donde avanzan los carros. Sin duda, esta modificación puede ser criticable, pero resulta coherente con el perfil bajo que el nuevo gobierno local desea imprimir a la presencia institucional durante las fiestas, demostrando un talante mucho más acorde con los nuevos tiempos que corren, especialmente entre las nuevas generaciones. 

Ojalá podamos disfrutar de unas fantásticas fiestas de Sant Magí y de Santa Tecla, fomentando un ambiente cada vez más popular y participativo. Asimismo, esperemos que sea posible compatibilizar la diversión y la alegría con la urbanidad y el respeto, evitando que ningún colectivo pretenda utilizar una celebración de todos como escaparate de sus particulares reivindicaciones. Las fiestas son de todos los tarraconenses y para todos los tarraconenses. Visca Sant Magí i visca Santa Tecla!

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