La cruz de Gispert

Publicado en el Diari de Tarragona el 5 de mayo de 2019


La consejera de Presidencia, Meritxell Budó, hizo público este martes el listado de personalidades que la Generalitat honrará este año con la Creu de Sant Jordi, máxima distinción que otorga el Govern a aquellos ciudadanos u organizaciones que se han distinguido por sus servicios a Catalunya. Apenas unas horas después de conocer la relación de homenajeados, una de las beneficiarias de tan ilustre reconocimiento se descolgaba con el siguiente mensaje en las redes sociales: “Girauta a Toledo, Arrimadas a Madriz, Millo a Andalusia, Dolors Montserrat a la UE”, junto con una noticia sobre el aumento de las exportaciones porcinas desde Catalunya. La autora del comentario no era otra que Núria de Gispert, un caricaturesco personaje más conocido por sus recurrentes exabruptos que por la brillantez y el talento demostrados durante su carrera política. Ante la posibilidad de poner en riesgo la condecoración, la expresidenta del Parlament ha declarado que sus denigrantes palabras han sido malinterpretadas, haciendo una vez más gala de una cobardía y desvergüenza notables. Tira la piedra y esconde la mano.

Lógicamente, todas las principales formaciones políticas (salvo los postconvergentes) se han manifestado escandalizadas por lo sucedido. El grupo socialista en el Parlament ha solicitado formalmente que el galardón sea fulminantemente retirado, y antiguos compañeros de la interfecta en la extinta Unió Democràtica se han unido al unánime reproche. Ha sido el caso del Ramon Espadaler, quien ha señalado que “su actitud contraviene abiertamente el espíritu de la Creu de Sant Jordi”, o también del eurodiputado Francesc Gambús, quien ha trasladado a Núria de Gispert un justificado lamento: “a veces me sorprendo de haber compartido partido contigo”. Incluso los máximos dirigentes de ERC se desmarcaron este viernes de la decisión de galardonar a la autora de los polémicos mensajes: “son comportamientos que no deberíamos tolerar en nuestra sociedad”, declaró Sergi Sabrià, presidente del grupo republicano en la cámara catalana.


A pesar de resultar evidente que la susodicha “no reúne las condiciones de idoneidad necesarias para ser merecedora de tan alta distinción”, tal y como consta en la propuesta de resolución socialista, Quim Torra ha hecho oídos sordos a esta marea de desaprobación: “la Creu de Sant Jordi premia una trayectoria y esta polémica la doy por cerrada”. Con semejante afirmación, el President ha intentado justificar lo injustificable, identificando este incidente como un simple patinazo en el contexto de una carrera política intachable. Y sabe perfectamente que no es el caso. Por si al Molt Honorable le falla la memoria, me permitiré hacer una breve recopilación de algunos momentos estelares de la expresidenta del Parlament.

Al margen de la frivolidad y la falta de respeto hacia su cargo que demostró en 2011 al aparecer disfrazada de hada madrina en un reportaje de El País, de Gispert se ha caracterizado durante todos estos años por una verborrea peyorativa y arrabalera, frecuentemente aliñada con una buena dosis de esa caspa supremacista que nos recuerda las disparatadas intervenciones de Marta Ferrusola: atribuyó a la vagancia de los extremeños la evolución de su sistema sanitario, despreció a la democristiana Diana Corominas con unos deplorables comentarios sexistas, no dudó en exigir a la difunta Carme Chacón que se fuera a Miami por criticar a Artur Mas, también animó a la lideresa de Ciudadanos a largarse a Andalucía por no parar de escupir bilis, afirmó literalmente que los socialistas le daban asco, ha sido acusada de perjurio por Alfons López Tena, definió como canallas y ruines a los jueces, difundió diversas fake news difamatorias, llamó botifler a Espadaler, inepta e ignorante a Arrimadas, tonto a Marlaska, miserable a Iceta, etc. A su lado, un mitin de Santiago Abascal parece el versallesco discurso de un moderado centrista.


Un historial tan lamentable tuvo inevitables consecuencias institucionales y profesionales. Primero fue el propio Parlament quien la reprobó por sus "reiterados y públicos comentarios vejatorios y excluyentes contra determinados diputados", una iniciativa que contó con el respaldo de Cs, PSC, PP y Comuns, y la abstención de la CUP. Por si fuera poco, este pasado noviembre se vio obligada a abandonar su puesto como Defensora del Mutualista en Alter Mutua, tras el hartazgo de varios socios indignados con su "discurso del odio continuo y sistemático que tanto perjudica a la convivencia y resulta absolutamente impropio del cargo que ocupa".

Pese a esta deplorable trayectoria, el President insiste en otorgarle la Creu de Sant Jordi en nombre de la Generalitat, una institución que presuntamente nos representa a todos los catalanes. En cierto modo, no debería extrañarnos que un individuo que considera a algunos de sus conciudadanos “bestias con forma humana” sienta una sintonía total con quien ridiculiza a los extremeños y pretende expulsar de Catalunya a quien no comulga con sus ideas. Son tal para cual. Y tampoco debería sorprendernos que quien designó a Torra para sucederle en la Casa dels Canonges justifique la costumbre de insultar gravemente al adversario político, profiriendo todo tipo de barbaridades reaccionarias, denigrantes y machistas.


En cualquier caso, será interesante comprobar hasta dónde llega el desmarque de ERC en la decisión de homenajear a Núria de Gispert. Aunque sus diputados se pusieron del lado de la expresidenta cuando el Parlament votó su reprobación, no se entendería que los republicanos respaldasen hoy una trayectoria repleta de ataques hacia el discordante, desprecios hacia la mujer y humillaciones hacia el diferente. El día que se vote la propuesta de resolución socialista será un buen momento para demostrar si el beatífico discurso de Oriol Junqueras es sincero o si sólo se trata de un postureo vacío de contenido. Apoyar este reconocimiento constituiría un auténtico agravio para una porción significativa de nuestra sociedad, sistemáticamente injuriada por la expresidenta del Parlament, quien ya desprestigió esta institución y ahora va camino de hacer lo propio con la mayor distinción que otorga la Generalitat. Bastante cruz es la propia Núria de Gispert para millones de catalanes, sin necesidad de regalarle otra.

Comentarios

  1. Dánel, será un honor compartir contigo un lugar en el gulag

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    1. El gulag mental lleva años en construcción, me temo. Un abrazo.

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