Jugando con fuego

Publicado en el Diari de Tarragona el 8 de mayo de 2016


Ya han transcurrido más de dos años desde el solemne encuentro que se celebró en Tarragona para certificar el acuerdo institucional y económico sobre BCN World. La relevancia del proyecto quedaba patente observando a los asistentes: Artur Mas, Pere Navarro, Andreu Mas-Colell, representantes del Port, las cuatro Cámaras de Comercio, PIMEC, CEPTA, UGT, CCOO… El propio President explicaba recientemente la trascendencia de la inversión en estas mismas páginas: “BCN World es el proyecto turístico más importante que hay en Europa para captar turismo de convenciones, turismo de empresa y turismo familiar. No hay otro proyecto de estas dimensiones. Sumado a PortAventura y a la oferta turística, cultural, gastronómica y paisajística de las comarcas de Tarragona, convertirá el Camp en epicentro de un turismo de calidad a nivel europeo y mediterráneo. ¿Quién dejaría escapar algo así?”

Los meses han pasado y la efervescencia inicial se ha ido desvaneciendo, a medida que los partidos contrarios al proyecto han incrementado su protagonismo político: ERC y la CUP ocupan hoy una posición privilegiada en la gobernabilidad catalana, y la versión autóctona de Podemos se ha convertido en la candidatura más votada en las últimas elecciones. Como era de prever, los inversores han comenzado a dudar y la propia promotora del complejo, Veremonte, se ha bajado del tren. Es cierto que un proyecto de esta envergadura plantea problemáticas sumamente discutibles (urbanísticas, laborales, medioambientales, tributarias) y es lógico que estos tres partidos pretendan arrimar el diseño del complejo a su ascua ideológica. Sin embargo, hace tiempo que la actitud de estas formaciones ha dejado de parecer un intento sincero por mejorar el proyecto, para convertirse en una estrategia destructiva que sólo pretende poner palos en las ruedas hasta hacer descarrilar una inversión en la que jamás han creído: reconfiguraciones constantes del diseño, sometimiento a un referéndum en toda Catalunya, cuestionamiento del propio núcleo del negocio, revisión de los parámetros ya acordados… Crece la sensación de que estamos en manos de ese sector descerebrado de la izquierda que pretende redistribuir la riqueza aniquilando todo aquello que puede generarla.

Vuelve a mi memoria el encuentro de 2014 en la Torre del Pretori. El marco elegido para la cumbre fue la sala que acoge el sarcófago de Hipólito, una magnífica pieza tallada con escenas de esta tragedia griega. Aunque los relieves recogen la versión de Séneca, fue la obra de Eurípides la que inmortalizó este fascinante mito. Hipólito, hijo del rey Teseo, era un joven aficionado a la caza y la lucha, que despreciaba a Afrodita y todo lo que ella representaba. La diosa del amor quiso castigar su indiferencia y embrujó a la nueva esposa de Teseo, Fedra, para que se enamorase perdidamente de su hijastro. Nuestro protagonista despreció la ardorosa pasión de su madrastra, y ella terminó quitándose la vida. Hipólito tampoco acabó mucho mejor, pues su abuelo Poseidón envió un monstruo marino con forma de toro para acabar con él mientras cabalga con su carro junto a la orilla del mar, y murió aplastado por sus aterrorizados caballos.

Parece que los daños colaterales vienen de antiguo. El conflicto entre el osado Hipólito y la poderosa Afrodita acabó con la pobre Fedra, que sólo pasaba por allí, y algo parecido podría suceder en nuestras comarcas si este complejo de ocio terminase naufragando. Con la excusa de evitar unos excesos contraproducentes, ERC, CUP y CSQEP llevan meses menospreciando a los inversores, obviando la posibilidad real de que estas empresas acaben decantándose finalmente por otro lugar donde perciban menos rechazo político. ¿Quién pagará el pato si Melco Crown y Hard Rock ponen rumbo a Chipre? ¿Oriol Junqueras, Anna Gabriel, Lluís Rabell…? Me temo que no. Los paganos de este enfrentamiento serán las decenas de miles de parados de Tarragona que esperan como agua de mayo una inversión que desestacionalizará el turismo de la Costa Daurada, potenciará nuestro alicaído aeropuerto, reactivará y promoverá centenares de pequeños negocios indirectos en la zona… En definitiva, un proyecto que ejercerá un impulso económico y laboral incuestionable en la provincia con peores cifras de empleo de Catalunya.

El papel que están jugando la CUP y CSQEP en esta cuestión es tremendamente irresponsable, aunque esta actitud entra dentro de lo previsible en ambas formaciones. Sin embargo, sí es exigible una mayor sensatez a los dos partidos que conforman el actual Govern de la Generalitat. Hay quien vincula este desconcertante bloqueo político a la distancia geográfica (cuesta imaginar a nuestros principales partidos dejando escapar una inversión turística multimillonaria al norte del Llobregat) o también a la distancia social (siempre es más fácil jugar a la utopía desde un confortable y lucrativo escaño en el Parlament). En cualquier caso, parece evidente que si nuestras comarcas terminan perdiendo miles de puestos de trabajo por la oposición de unas formaciones y la contemporización de otras, los votantes del sur de Catalunya se lo harán pagar de forma contundente y duradera. No se juega con las cosas de comer. Es cierto que Fedra fue la primera víctima de un conflicto que no había provocado, pero recordemos también que Hipólito pereció después bajo el peso de sus propios caballos.

Se impone un desperezamiento de la sociedad civil local que obligue a nuestras autoridades a superar las meras declaraciones de intenciones, implicándose decidida y urgentemente en un acuerdo definitivo para este proyecto crucial. La salida de la crisis tardará en llegar, como se deduce de la rectificación de pronósticos para España que acaban de publicar las autoridades comunitarias. En este contexto, resulta suicida poner en peligro una inversión de esta envergadura y trascendencia. “¿Quién dejaría escapar algo así?”, se cuestionaba acertadamente Artur Mas en el Diari. Quizás no era una pregunta retórica.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota