Candidato Abelló

Publicado en el Diari de Tarragona el 4 de enero de 2015


El Diari de Tarragona nos despertó la pasada Nochebuena alertando sobre un inminente terremoto político con epicentro en la Plaça de la Font que podría reventar las previsiones electorales de cara a los próximos comicios locales: el actual presidente de la Cambra de Comerç, Albert Abelló, aceptaba la propuesta de la cúpula convergente para encabezar en mayo su lista municipal. El protagonista matizaba que sólo daría el salto a la política si contaba con el apoyo de la actual líder de CiU en el consistorio, pero la propia noticia destacaba que tanto Victòria Forns como Jordi Sendra ya habían comunicado a la dirección convergente su negativa a respaldar a Abelló, constatando una vez más la jaula de grillos en que se ha convertido la federación nacionalista en nuestra ciudad.

Algunos han pretendido vincular esta operación con la propuesta de listas unitarias lanzada por Artur Mas en su multitudinaria conferencia del Fòrum de Barcelona, un ofrecimiento que no contó con el aplauso de Oriol Junqueras. El motivo fundamental que esgrimen los republicanos para rechazar la propuesta del President es la evidencia de que sus votantes más progresistas jamás introducirían en la urna una papeleta que oliese a Convergència. Si cada vez parece más improbable una fusión electoral de CiU y ERC para las próximas elecciones autonómicas, el intento de plantear esta fórmula a nivel local parece aún más quimérico con una candidatura personalista encabezada por un dirigente de perfiles escasamente atractivos para la izquierda. De hecho, esta posibilidad ya ha sido públicamente descartada por Pau Ricomà. Es cierto que en las contiendas municipales la dialéctica derecha-izquierda pierde gran parte de su fuerza, pero la precariedad en la que viven actualmente grandes bolsas de población puede avivar la trascendencia electoral del factor social.

Basta echar un vistazo al historial electoral de CiU en Tarragona para comprobar la escasa ilusión que sus diferentes candidatos vienen generando últimamente entre nuestros conciudadanos. Desde la marcha de Joan Miquel Nadal, las recurrentes convocatorias electorales han confirmado machaconamente que el proyecto convergente para Tarragona cuenta cada vez con menos respaldo popular. La propia decisión barcelonesa de colocar a un outsider al mando del barco demuestra la limitada confianza que los dirigentes de CDC tienen en sus mandos locales. Se trata de una apuesta rompedora que puede actuar como revulsivo electoral en unos tiempos marcados por el hastío frente a las formulas partidistas habituales, pero que deberá enfrentarse a tres grandes retos.

En primer lugar, el proyecto del nuevo aspirante es verdaderamente revolucionario, no por su contenido (que aún se desconoce) sino por su premisa: propone barrer el actual grupo municipal para reemplazarlo por un equipo exclusivamente integrado por profesionales de la cultura y la economía que jamás se hayan dedicado a la política. Victòria Forns ha declarado que abandonará el ayuntamiento si el dirigente cameral es designado finalmente cabeza de cartel, un órdago que ha devenido vacío de contenido tras conocerse el modelo de lista que pretende diseñar el candidato a alcaldable. Este planteamiento rupturista, que coincide con esa nueva tecnocracia soberanista que intenta propugnarse desde Barcelona, concitará sin duda una gran acogida entre aquellos que recelan por principio de la actual clase dirigente, aunque también levantará ampollas entre los apparátchik que decidieron en su día dedicarse a la política como principal medio de vida.

Por otro lado, el plan de Abelló no sólo choca frontalmente con las pretensiones de varios convergentes locales, sino también con las legítimas aspiraciones de Unió Democràtica de Catalunya. El acuerdo de federación entre CDC y UDC reserva a los democristianos determinados puestos de la lista, una disposición difícilmente compatible con las premisas que maneja el nuevo candidato. Y eso si Unió no se lanza directamente a disputarle el puesto de alcaldable… La sensación que flota en el ambiente es que Albert Abelló, una persona que no necesita de la política para vivir, sólo está dispuesto a coger las riendas de la candidatura si le dejan hacer las cosas a su manera, un planteamiento razonable en el sector privado pero disonante con los equilibrios característicos del mundo de la política.

Por último, aunque pueda sonar anecdótico para el observador externo, uno de los principales lastres que soporta Abelló es haber sido propuesto por Barcelona. El presidente de la Cambra luce un historial de tarragonismo incuestionable, pero la sumisión que la federación local convergente ha sufrido durante décadas frente a la dirección nacional puede pesar como una losa sobre las espaldas del aspirante. Son muchos los militantes nacionalistas que no olvidan el pacto municipal con Alejandro Fernández en 2011, que pudo haber devuelto la alcaldía a CiU –aunque fuese de forma temporal- y que fue finalmente frustrado por el hoy innombrable Oriol Pujol en la fugaz visita que realizó a nuestras comarcas para someter a los irreductibles sureños. Es un hecho constatado que gran parte de la ciudadanía tarraconense recela -con razón- de cualquier iniciativa barcelonesa que pretenda hacer prevalecer su criterio en cuestiones que nos afectan directamente. Me consta que Albert Abelló conoce mejor que nadie este arraigado sentimiento, y es seguro que hará todo lo posible por quitarse de encima ese viscoso y letal sambenito. Teniendo en cuenta que a día de hoy Victòria Forns parece contar con el respaldo de la federación local, si Albert Abelló concurre finalmente a las elecciones transmitiendo la sensación de haber sido impuesto por Barcelona, el batacazo que le espera convertirá los antiguos fracasos convergentes en un pasado que se recordará con nostalgia.

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