Los monos de Toshogu

Publicado en el Diari de Tarragona el 27 de julio de 2014


La montañosa ciudad de Nikko, al norte de Tokio, alberga un espectacular conjunto de templos y santuarios que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1999. Aunque el complejo se inició hace mil trescientos años, los monumentos más visitados se erigieron en el siglo XVII para albergar los mausoleos de dos shogunes: Tokugawa Ieyasu y Tokugawa Iemitsu. En el primero de ellos puede verse la escultura de tres simpáticos personajes cuya popularidad ha dado últimamente la vuelta al mundo: los monos sabios o místicos de Toshogu. Hoy todos conocemos a Mizaru, Kikazaru, Iwazaru, caracterizados por taparse los oídos, la boca y los ojos respectivamente.

Han sido muchos los significados atribuidos a esta talla de madera, desde la obligatoriedad de acatar sumisamente el sistema feudal, hasta la simplista apología del desinterés que se ha extendido por occidente. Sin embargo, la tradición nipona ha vinculado tradicionalmente su mensaje al código moral santai y el concepto japonés de negación, en el sentido de evitar escuchar, decir o ver aquello que consideramos éticamente inaceptable.

Aunque los mecanismos que rigen nuestras conexiones neuronales siguen siendo inescrutables, no parece complicado intuir por qué me vino a la mente la imagen de esta escultura cuando se anunció la entrevista del próximo miércoles en la Moncloa entre Mariano Rajoy y Artur Mas, dicho sea con todo respeto para ambos.

Por un lado tenemos al Presidente del Gobierno, heredero dedocrático de Aznar, que en la polémica soberanista ha demostrado tener la cintura de un guerrero de terracota. Los que le conocen dicen de él que es un hombre muy razonable y dialogante, pero el gallego se encuentra atado de pies y manos por el sector más conservador de su partido, de los medios de comunicación, y de la derecha sociológica española. Como los monos de Nikko, el Presidente Mizaru no quiere OÍR el clamor de un importantísimo sector de la población catalana, cada vez más distante de un proyecto conjunto que es observado como un horizonte impuesto. El Presidente Kikazaru tampoco quiere VER que el inmovilismo como única respuesta conduce necesariamente a la radicalización de muchos catalanes que hace un par de años habrían aceptado de buen grado una opción reformista. Como consecuencia de todo lo anterior, el Presidente Iwazaru tampoco quiere HABLAR de la consulta, una propuesta con la que concurrieron a las últimas elecciones autonómicas el primer y el segundo partidos más votados de Catalunya.
En la esquina contraria del ring tenemos al President de la Generalitat, heredero dedocrático de Jordi Pujol, que en este tema comienza a parecerse a un monarca parlamentario: reina pero no gobierna. Desde el día que aceptó la tutela de la ANC y el respaldo parlamentario de ERC, Artur Mas ha quedado cautivo de un movimiento que le arrastra sin remedio. Para empezar, el President Mizaru no quiere OIR las numerosas y acreditadas voces que cuestionan el proceso soberanista. Ciñéndonos sólo a la última semana, tenemos las declaraciones de la todopoderosa Angela Merkel (“comparto la opinión del Gobierno español: estoy a favor de la integridad territorial de todos los Estados”), las del primer ministro francés Manuel Valls (“si los Estados se dividen, Europa se va a debilitar”), y el estudio de la prestigiosa consultora Pricewaterhouse (sólo el 4,4% de los grandes empresarios catalanes apuesta por la independencia). El President Kikazaru tampoco quiere VER que su hoja de ruta es inviable en el marco jurídico español, una evidencia que sus socios más radicales vienen admitiendo desde hace bastante tiempo. Pese a insistir en que todo el proceso será legal, esta semana ha pedido al Gobierno que no recurra la ley de consultas al TC, una forma poco disimulada de admitir su inconstitucionalidad. En consonancia con lo expuesto, el President Iwazaru tampoco quiere HABLAR de la mera posibilidad de retirar la consulta, el punto de choque frontal e irresoluble con su interlocutor.
Visto lo visto, puede que el mensaje de los monos de Toshogu sea tremendamente sabio, pero dudo que sea práctico para una negociación planteada desde visiones tan distantes de la realidad política. La situación exige, en primer lugar, OÍR todas las voces con una mentalidad abierta, admitiendo la posibilidad de que nuestros adversarios tengan parte de razón. Además, todos deberíamos hacer un esfuerzo por VER la realidad tal y como es (la social, la legal, la económica, la diplomática), evitando forzar su imagen para autoconvencernos de que se parece al mundo de nuestros sueños. Y por último, también necesitamos que nuestros representantes estén dispuestos a HABLAR de todo, incluido lo que a priori puede resultar inaceptable, pues los silencios se pudren y terminan rebrotando con más fuerza.

Lo reconozco: no soy optimista. Estoy convencido de que el problema es resoluble, pero no con estos mimbres. Parece complicado mostrarse esperanzado ante una entrevista protagonizada por un Presidente que ha pretendido convertir su inflexibilidad en una virtud, y por un President consciente de que será tachado de traidor el día que se desvíe un grado de la ruta marcada por sus tutores.

Quizás Mariano Rajoy y Artur Mas deberían visitar el complejo de Toshogu, dejar atrás el patio que alberga la escultura de los monos, y adentrarse en el interior del santuario sintoísta. Allí podrían reflexionar con calma sobre un ancestral proverbio japonés: “la nieve no quiebra las ramas del sauce”. En momentos de tensión, sólo la flexibilidad es capaz de evitar la ruptura.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota