Aprovechar el tiempo

Publicado en el Diari de Tarragona el 6 de octubre de 2013

La Comisión de Igualdad del Congreso aprobó la pasada semana un informe sobre racionalización de horarios y conciliación de la vida laboral y familiar en el que se instaba al Gobierno a adoptar el régimen horario UTC 00:00Z, es decir, el de Gran Bretaña o Portugal. Nuestro actual huso horario (término que recibe su nombre del huso de hilar por su parecida silueta) es el vigente en la mayor parte de la Europa continental, aunque no es el que nos correspondería de acuerdo con nuestra posición geográfica. Efectivamente, lo lógico sería retrasar nuestros relojes sesenta minutos, puesto que la inmensa mayoría del territorio español se encuentra al oeste del meridiano de Greenwich. Eso sí, en el caso de que dicho cambio se produzca, intuyo que Oriol Junqueras estará ansioso por retomar el huso actual lo antes posible, teniendo en cuenta que la línea imaginaria adoptada a finales del siglo XIX coincide prácticamente con la frontera oeste catalana. Hablando de políticos, alguien debería recordarle al ministro José Manuel Soria que no hay nada más penoso que intentar ridiculizar a alguien (en este caso a Paulino Rivero) usando como argumento una barbaridad que sólo demuestra la propia ignorancia, por ejemplo que el meridiano cero pasa por Canarias. La geografía y el PP, toda una vida de desencuentros... ¡Viva Honduras!

La historia de los husos horarios es ciertamente compleja. En 1884 se celebró una conferencia en Washington destinada a homogeneizar un sistema que permitiera acercar lo máximo posible el mediodía horario al mediodía solar. España adoptó el huso europeo occidental junto a Gran Bretaña, Francia y Portugal, un régimen que se mantuvo hasta bien entrada la segunda guerra mundial. Efectivamente, en 1942 estos cuatro países implantaron el huso centroeuropeo, fundamentalmente por cuestiones vinculadas a la contienda bélica. Tras la derrota alemana, lusos y británicos retomaron su horario lógico, Francia mantuvo el centroeuropeo por adaptarse mejor a su posición geográfica, y Franco decidió también conservarlo… pues porque lo dijo él y a callar todo el mundo.

Los expertos afirman que este arbitrario error del dictador ha propiciado que los españoles adopten costumbres horarias irracionales que perjudican la eficacia de su trabajo y limitan el tiempo libre y la vida familiar. En efecto, en España se comienza a trabajar a la misma hora oficial que en el resto de la Europa continental (pese a que deberíamos hacerlo después según nuestro horario solar) pero se come mucho más tarde, por lo que la primera fase de la jornada laboral se alarga excesivamente, haciendo imprescindible una parada extra para almorzar. Algunos no pueden permitirse esa comida de media mañana (lo que los vascos llamamos hamarretako si es a las diez o hamaiketako si es a las once) así que el horario laboral debe prever un amplio intervalo temporal (normalmente dos horas) para comer con fundamento después de una interminable mañana sin probar bocado. El resultado inevitable es que este sistema de pausas (impensable para la mayor parte de nuestros vecinos europeos) empuja hacia bien entrada la tarde el momento de volver a casa. Conclusión: la mayor parte de los españoles se dedican de lunes a viernes prácticamente sólo a trabajar, y además lo hacen con menor eficacia que nuestros competidores occidentales por la deprimente sensación de estar trabajando de sol a sol. Para colmo, la inexistencia de tiempo libre hace imposible dedicar la suficiente atención a la vida familiar, y la conciliación del trabajo y las labores domésticas deriva en una verdadera gincana diaria.

Coincido con los partidos de izquierda en que el cambio de huso horario es sólo una parte de la reforma que debe implantarse en nuestra forma de administrar el tiempo. Debe existir también una evolución en la mentalidad de los ciudadanos, empezando por los trabajadores que se niegan a adoptar el hábito de comer livianamente entre semana para poder reducir la pausa de la comida, demostrando así que probablemente les importa más satisfacer a su estómago que a su familia. Por otro lado, procede también una modernización en la actitud de ciertos empresarios antediluvianos que siguen identificando el aumento en el tiempo de trabajo con la mejora en el rendimiento del negocio. Craso error. Todos los estudios destacan que España tiene una de las jornadas laborales más prolongadas de continente y una de las tasas de productividad más bajas de la UE. Es decir, que los españoles son los ciudadanos que más y peor trabajan de Europa. Genial.

Si me permiten la experiencia personal, jamás he visto un lugar donde se permanezca tanto tiempo en el puesto de trabajo como en los países árabes. Los pequeños empresarios llegan a sus negocios al alba y no vuelven a sus hogares hasta el anochecer. Es un fenómeno transversal, tanto sectorialmente (da igual el tipo de negocio) como geográficamente (Marruecos, Túnez, Egipto…). Eso sí, mejor no hablemos de índices de productividad (en una ocasión tuve que despertar a un tendero de Essaouira que dormía plácidamente en su local). ¿Es ése nuestro modelo de referencia?

Miremos hacia el norte y aprendamos de quienes nos deben servir de ejemplo. Reduzcamos el porcentaje del día que dedicamos al trabajo (mejorando la eficiencia de los procesos, reduciendo las pausas de descanso y comida, generalizando el horario continuo) y disfrutemos de un tiempo libre que nuestras familias necesitan y nuestro rendimiento laboral agradecerá. El cambio de huso horario sólo será el primer paso.

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