Caminar, construir y confesar

Publicado en el Diari de Tarragona el 17 de marzo de 2013

Ha vuelto a cumplirse la viaja máxima vaticana según la cual quien entra Papa en el cónclave suele salir cardenal. Ni Scola ni Scherer, ni Ouellet ni Schönborn, ni Dolan ni Tagle… El manifiesto temblor en la voz de Jean-Louis Tauran, fruto de su avanzado Parkinson, no impidió comprender sus palabras en la lluviosa noche romana del pasado jueves: Annuntio vobis gaudium magnum; habemus Papam: Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio qui sibi nomen imposuit Franciscum. ¿Bergoglio? Los “expertos vaticanistas” volvían a cubrirse de gloria, siguiendo la estela de los augures del CEO que entrevieron en los posos del café una aplastante mayoría absoluta de Artur Mas. Definitivamente, corren malos tiempos para la adivinación.

Las cortinas de la loggia delle benedizioni se abrieron de par en par y un sencillo sacerdote, sin estola ni esclavina roja, saludó a la muchedumbre que le aguardaba en la plaza de San Pedro. Su leve sonrisa traslucía una tímida emoción, quizás entremezclada con una cierta conmoción ante la enorme responsabilidad que se le venía encima. Siempre es mucho lo que se espera de un Sumo Pontífice, y aún más si se trata de un pionero en muchos aspectos.

Efectivamente, Francisco I es el primer Papa en muchos siglos que convivirá con su antecesor a escasos metros de distancia. Nadie en su sano juicio puede pensar que Benedicto XVI vaya a interferir en el nuevo pontificado (se ha marchado por propia voluntad) pero la imagen de los encuentros entre dos Papas (si es que la vemos) con sendas sotanas blancas va a ser cuando menos llamativa. Por otro lado, se trata del primer Santo Padre perteneciente a la Compañía de Jesús, una novedad en sí misma asombrosa teniendo en cuenta el prestigio y la importancia de esta institución desde su misma fundación. Además, nos encontramos ante el primer Pontífice americano de la historia y el primero no europeo de la era moderna. El creciente peso de Latinoamérica en el mundo católico invitaba a pensar que este hecho sucedería antes o después, pero la conjunción de tantas novedades en una misma persona convierte su elección en un verdadero acontecimiento.

Al igual que sucedió con Joseph Ratzinger, a quien sus detractores intentaron buscar un oscuro pasado hitleriano, el nuevo sucesor de Pedro ha sufrido ya ataques a las pocas horas de iniciar su pontificado. Han llegado desde Argentina supuestas acusaciones de complicidad con Videla, y ha tenido que ser el poco sospechoso premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, quien haya tenido que salir a la palestra para desmentir cualquier connivencia del nuevo Papa con la dictadura.

En el trato humano, los que conocen de cerca a Jorge Mario Bergoglio coinciden en su valoración personal: nos encontramos ante un hombre tremendamente austero, inteligente y cercano. Cuando se convirtió en Primado de Argentina se negó a vivir en el palacio cardenalicio de Buenos Aires y se instaló en un pequeño apartamento donde él mismo cocinaba sus comidas hasta las vísperas del cónclave. Siempre se ha trasladado en metro y ha rehusado los tratamientos solemnes derivados de su condición. Siendo ya Papa, un coche le esperaba para trasladarlo por la noche, pero Francisco prefirió viajar con los demás en autobús. Se trata, además, de un hombre con un gran sentido del humor (“que Dios os perdone lo que acabáis de hacer”, comentó a los cardenales) y en ese ambiente distendido señaló que debía volver al alojamiento donde se hospedaba antes del cónclave para “hacer la maleta y pagar la cuenta”. Lo tomaron como otra broma pero no lo era: lo hizo al día siguiente. También hay otros síntomas que lo acercan a este mundo, como por ejemplo su pasión por el fútbol, siendo socio del San Lorenzo de Almagro, el club de sus amores.

Desde la perspectiva doctrinal, el nuevo Papa ha demostrado en numerosas ocasiones que su predisposición al diálogo y su talante cercano son perfectamente compatibles con la firme defensa de los principios de la Iglesia. Han sido especialmente sonadas sus manifestaciones contra el aborto y el matrimonio homosexual (el difunto Néstor Kirchner llegó a calificarlo como el verdadero líder de la oposición en su país) aunque comienza a entreverse que su pontificado tendrá como ejes principales la nueva evangelización (“si la Iglesia no proclama a Jesucristo nos convertiremos en una ONG”) y la justicia social (“los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión y los asesinatos, sino también por estructuras económicas injustas que originan grandes desigualdades”).

Los retos que se presentan ante el nuevo Papa son verdaderamente titánicos. Por si no fuera suficiente la labor ordinaria de cualquier pontífice, el nuevo Santo Padre deberá afrontar además la reforma de la Curia y de las finanzas vaticanas (especialmente tras el caso Vatileaks), el acercamiento de la Iglesia a las nuevas generaciones en una época especialmente refractaria a determinados mensajes, la limpieza que quede pendiente por los casos de pederastia, la superación de la crisis de vocaciones… Esperemos que la salud física y la fortaleza espiritual acompañen a Francisco en la ardua tarea que tiene por delante. De futbolero a futbolero, You'll never walk alone.

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