Unidos


Publicado en el Diari de Tarragona el 24 de febrero de 2013

El auditorio del Colegio de Abogados acogió la pasada semana la tradicional conferencia de Alejandro Fernández sobre el estado de la ciudad. Las propuestas que el diputado popular desgranó en su comparecencia tuvieron un eco mucho más limitado que en la anterior edición, en gran medida por haber coincidido temporalmente con la renuncia de Benedicto XVI, un acontecimiento de indudable interés informativo que arrasó en los medios por su enorme calado histórico.

Como era de esperar, el presidente local del PP dejó meridianamente claro que no comparte en absoluto la idílica visión de la realidad municipal que pocos días antes dejó entrever el alcalde Ballesteros en un acto similar. Aun así, es de agradecer que la oposición activa que están ejerciendo los populares no se limite a una simple enmienda a la totalidad, al proponer una batería de medidas concretas que podrían ser perfectamente asumidas por el equipo de gobierno: defensa ambiciosa de la marca Tarragona a través de una agencia específica; creación de un grupo de trabajo ante la Unesco para 2014; establecimiento de un plan de usos comerciales para regular y homogeneizar las diferentes zonas de la ciudad en este aspecto; potenciación de las playas y su entorno mediante la apertura de concursos para su gestión eficaz; diseño de un plan para la rehabilitación de edificios en mal estado que dignifique y asegure nuestras calles, sirviendo también como motor que reactive el maltrecho sector de la construcción…

Todo esto está muy bien, sin duda, pero comienza a cundir entre la ciudadanía la sensación de que en nuestro ayuntamiento cada uno hace la guerra por su cuenta: el PSC intenta insuflar un optimismo de dudoso fundamento, centrándose en la micropolítica mientras evita las cuestiones peliagudas; CiU ya no sabe cómo detener la sangría de votos que padece en nuestra capital con el estrecho margen de maniobra que le conceden sus jefes de Barcelona; el PP parece obsesionado por acaparar un protagonismo personalista que relance la carrera de Alejandro Fernández a la alcaldía; ICV bastante tiene con lograr que sus propuestas lleguen a oídos de los ciudadanos; ERC está desaparecida en combate...

Si queremos avanzar, el modelo de ciudad debe ser asumido como una cuestión que, al igual que la educación, no puede pendular dependiendo del color político del alcalde o las estrategias partidistas del momento. El ámbito municipal es quizás el escalón institucional menos ideologizado, lo que debería permitir la consecución de consensos suficientes para que todos los implicados tiraran del carro en la misma dirección. Aunque algunos puedan pensar que se trata de un objetivo quimérico, no hace falta recorrer muchos kilómetros hacia el oeste para encontrar una ciudad que ha sido ejemplar en este aspecto. Se habla mucho de tarragonismo, pero lo cierto es que son contadas las ocasiones en que los políticos locales han sido capaces de priorizar los objetivos de la ciudad por delante de las consignas de sus respectivos partidos.

Si nos centramos en las formaciones con posibilidades reales de gobernar, la necesidad –también electoral- de anteponer los intereses de la ciudad es una lección que el líder local del PP tiene bien aprendida (por ejemplo, oponiéndose al tercer fil en contra del ministerio), lo que explica por qué en Tarragona hay muchos más alejandristas que peperos, es decir, ciudadanos que votan a Fernández porque creen que sería un buen alcalde, pese a no compartir en absoluto la ideología del PP. Sin embargo, la sobreexposición mediática de sus propuestas puede ser un factor que dificulte su aceptación trasversal, por lo que quizás convendría bajar el tono personalista de esas iniciativas si lo que se desea de veras es que lleguen a buen fin. De hecho, parece confirmarse que Josep Felix Ballesteros ha caído por fin en la cuenta de los riesgos que esta infraestructura ferroviaria puede provocar en el desarrollo de nuestra ciudad, pero el temor a que su actitud pueda parecer seguidista respecto a los populares le impide posicionarse con la suficiente contundencia. Esta misma semana ha declarado que el uso de la nueva vía no debería exceder los diez años… Con todo mi respeto y mi cariño, señor alcalde, los reyes son los padres, ningún ratón se lleva los dientes de los niños, y el tercer fil seguirá ahí cuando usted y yo criemos malvas. En cuanto a CiU, nadie debería sorprenderse por las críticas que el propio Joan Miquel Nadal dedicó recientemente a sus compañeros de partido, reprochando su obsesión por marcar diferencias frente al PP a costa de renunciar a la defensa de la ciudad. Ciertamente, comienza a resultar exasperante el sucursalismo que derrochan los convergentes locales, que les lleva incluso a rechazar una petición a la Generalitat para avanzar en la construcción de la Ciudad Judicial, mientras Fernández sí es capaz de hacer lo propio frente a Madrid sobre el Mercat Central o la A27: el harakiri convergente en nuestra ciudad comienza a resultar enfermizo.

Mientras no convenzamos a las clases dirigentes de Tarragona, tanto políticas como económicas, sobre la necesidad de hacer piña en las cuestiones nucleares de ciudad, nuestra capital seguirá dando tumbos sin avanzar hacia las metas que deberían resultar irrenunciables. Los ciudadanos no podemos sucumbir a ese cinismo fatalista que se ha instalado en la calle, y que quizás sea el mejor cómplice de nuestros fracasos. El conformismo ante la desunión sólo nos conducirá a la mediocridad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El beso

Una moto difícil de comprar

Bancarrota