¿Estamos solos?



Publicado en el Diari de Tarragona el 6 de agosto de 2023


“La pregunta sobre si estamos solos en el universo por fin ha sido contestada”. Esta frase, pronunciada por el presidente Thomas J. Whitmore (Bill Pullman), pertenece a la exitosa película ‘Independence Day’. Esta versión noventera de La Guerra de los Mundos de H.G. Wells hurgaba en el secretismo que siempre ha rodeado la misteriosa Área 51, cuya existencia no fue reconocida oficialmente hasta la llegada al poder de Barack Obama. El morbo que genera este tema entre la opinión pública estadounidense es tan generalizado que el propio Bill Clinton declaró que, nada más llegar a la Casa Blanca, “antes que nada, mandé revisar las grabaciones del Área 51, para asegurarme de que no había ningún extraterrestre allí. Yo mismo comprobé todos los papeles de Roswell: todos. Si algún día nos visitaran, no me sorprendería”.


Volviendo a la mítica frase de la película, algunos han querido ver una tesis parecida, aunque con menos pompa, en la reciente comparecencia de un grupo de expertos en el Congreso de Estados Unidos. En esta audiencia, que versaba sobre diferentes Fenómenos Anómalos No Identificados (un término acuñado para evitar el más sensacionalista OVNI) los declarantes confirmaron bajo juramento (cuya violación acarrearía penas de cárcel) la existencia de programas militares secretos sobre este tipo de fenómenos, la constatación de diversos encuentros con objetos desconocidos, y el almacenamiento de pruebas sobre tecnología y restos biológicos no humanos que sobrepasan manifiestamente los conocimientos científicos actuales.


Para los que tendemos a ser escépticos ante este tipo de testimonios, no dejaba de sorprender el perfil de las personas que aportaban estas experiencias. No eran, precisamente, cuatro chalados hablando de los alienígenas ancestrales que construyeron las pirámides de Guiza. Por ejemplo, uno de los comparecientes, David Charles Grusch, ex oficial de inteligencia de las Fuerzas Aéreas estadounidenses, se refirió expresamente al posible conocimiento y posesión por parte del Pentágono de material biológico y aparatos voladores de origen desconocido. También declaró que en 2019 fue informado sobre “un programa de recuperación e ingeniería inversa de accidentes UAP” (‘unidentified aerial phenomenon’) que funcionaba desde hacía varias décadas. Asimismo, desveló haber sufrido represalias internas por haber denunciado la existencia de iniciativas militares sobre este opaco asunto que escapan totalmente a la supervisión del Congreso norteamericano.


Otro de los ponentes, el comandante retirado de la Marina estadounidense David Fravor, describió pormenorizadamente un encuentro que él y otros pilotos vivieron en el Golfo Pérsico en 2004. “El día del incidente era lo más parecido a un día perfecto que se puede pedir: cielo despejado, vientos suaves, mar en calma… Cuando los cuatro miramos hacia abajo vimos un pequeño objeto blanco. Cuando nos acercamos aproximadamente a media milla, con el objeto justo a la izquierda de nuestro morro, aceleró rápidamente y desapareció justo delante de nuestro avión. Su rendimiento era muy superior a mi F18, y no operaba con ninguno de los principios aerodinámicos conocidos. La tecnología a la que nos enfrentamos era muy superior a cualquiera que tuviéramos”. Fravor también denunció la falta de control político sobre los programas que estudian estos episodios: “Lo que me preocupa es que no haya supervisión por parte de nuestros funcionarios electos sobre nada relacionado con que nuestro Gobierno posea o trabaje en naves que creemos que no son de este mundo"


El tercer testigo, el ex piloto de cazas Ryan Graves, explicó que los militares que han vivido incidentes de este tipo han decidido agruparse, porque creen que es su deber compartir sus experiencias sin sufrir represalias internas ni ser confundidos con delirantes teóricos de la conspiración alienígena. Estas personas “antes no hablaban debido a la ausencia de un proceso de admisión seguro. La mayoría no quiere hablar públicamente. Temen las consecuencias profesionales. Sólo quieren añadir su relato al conjunto de datos”. Existen sorprendentes coincidencias entre los testimonios que se han recopilado, y por lo que parece, algo está cambiando últimamente gracias a los informes publicados por la prensa, los vídeos oficialmente desclasificados, el simple reconocimiento de la existencia del Área 51, o la sibilina asignación por parte del Senado estadounidense de millones de dólares de fondos para investigar este tema a través la ‘Alldomain Anomaly Resolution Office’.


Como era de prever, la respuesta de los organismos oficiales a esta comparecencia no se hizo esperar. El actual director de esta oficina, Sean Kirkpatrick, publicó inmediatamente una carta en su página personal de LinkedIn donde calificaba la intervención de Grusch de “insultante para los oficiales del Departamento de Defensa y de la Comunidad de Inteligencia”. Por su parte, la portavoz del Pentágono, Sue Gough, declaró que no le consta “ninguna información verificable que corrobore las afirmaciones de que hayan existido en el pasado, o existan en la actualidad, programas relacionados con la posesión o la ingeniería inversa de materiales extraterrestres”.


Como decía, tiendo a ser escéptico sobre este asunto, especialmente desde que constaté que cuando nadie llevaba una cámara encima, aparecían OVNIs por todos lados; y ahora que todos la llevamos incorporada al móvil, parecen sufrir una súbita e imperdonable falta de curiosidad por nuestro mundo. Vaya por Dios. Personalmente, no descarto la existencia de otras civilizaciones desarrolladas, aunque considero improbable que coincidamos (no sólo en la inmensidad del espacio, sino sobre todo en la inmensidad del tiempo). En cualquier caso, supongo que la duda por despejar es si estos incidentes, aparentemente innegables, son sólo hechos que todavía no somos capaces de interpretar correctamente (como lo fueron en su día los fenómenos meteorológicos, el movimiento de los planetas y las estrellas, o la fuerza de la gravedad) o si hay algo más que saber (y que quizás alguien sabe ya). Me temo que la cuestión sobre la que hablaba el presidente Thomas J. Whitmore sigue sin despejarse.

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