Un acuerdo de futuro

Publicado en el Diari de Tarragona el 6 de abril de 2014


La Torre del Pretorio acogió el pasado domingo el reencuentro de dos partidos que han representado la centralidad política catalana durante las últimas décadas. El sarcófago de Hipólito fue testigo del pacto entre Artur Mas y Pere Navarro, quienes aparcaron sus muchas diferencias por un día para dar el espaldarazo definitivo a BCN World, un proyecto que cuenta con el respaldo de una abrumadora mayoría de agentes económicos y sociales de Tarragona (partidos políticos, organizaciones empresariales, sindicatos, ayuntamientos, etc.). La víspera de anunciarse el acuerdo tuve la oportunidad de escuchar en vivo las reflexiones del President sobre este tema en la Nit Empresarial de CEPTA, y en el ambiente se palpaba un clamor evidente por desbloquear el proyecto de una vez por todas. Aún no sabemos si esta tregua entre Mas y Navarro será flor de un día, o si terminará significando el comienzo de una hermosa amistad, como decía Rick Blaine en el neblinoso aeródromo de Casablanca. Al menos podemos felicitarnos por la actitud de estas dos formaciones políticas, capaces de superar al menos en esta ocasión el frentismo que atenaza nuestra actualidad para priorizar la defensa de los intereses transversales de la ciudadanía.

El trámite parlamentario de la nueva normativa puede haber reforzado internamente a ICV, CUP y ERC, pues han logrado mantenerse firmes en las posiciones reclamadas por sus bases. En el caso concreto de los republicanos, socios de “gobiernoposición” de CiU, la satisfacción debe de ser máxima pues el pacto de última hora entre convergentes y socialistas les ha permitido salvar la papeleta ante un Govern empeñado en sacar adelante la reforma a cualquier precio. Por el contrario, los que han quedado fuera de juego, nunca mejor dicho, han sido los populares de Alicia Sánchez Camacho, una formación que se proclamaba partidaria del proyecto pero que ha terminado finalmente arrinconada. Puede que el PPC se sume al acuerdo en un futuro próximo, pero siempre quedará el regusto de haber llegado a los postres, sin posibilidad de elegir el menú ni de soplar unas velas ya apagadas.

Como comenté desde estas mismas páginas hace unos meses, resultaba perfectamente legítimo el intento de ajustar lo máximo posible el proyecto BCN World al contexto turístico en el que se va a incardinar (imponiendo ciertos límites de carácter urbanístico, evitando que el complejo afectase negativamente al modelo familiar de la zona, intentando maximizar el impacto de la inversión en el empleo de nuestras comarcas, etc.). Sin embargo, lo que no podía admitirse bajo ningún concepto era que un exceso de celo fiscalizador terminara arruinando el mayor desembarco empresarial en Tarragona de las últimas décadas. Y ahora menos que nunca. Nuestra provincia registra la peor tasa de desempleo de Catalunya (más de un 27% de parados) y la principal labor de nuestra clase política debería centrarse en poner los medios para revertir esta situación, o al menos en crear las condiciones para ello sin poner palos en las ruedas a quien pueda hacerlo.

El proyecto que se abre ante nuestros ojos puede significar un antes y un después en el turismo de Tarragona, tal y como sucedió hace dos décadas con la llegada de Port Aventura, una inversión que también vino precedida de apocalípticos augurios por parte de los mismos que hoy pronostican las plagas de Egipto (recordemos que los casinos sólo suponen el 15% de la inversión total). Nuestros representantes en las instituciones, sea cual sea su perfil político, deberían asumir que gestionar un destino de ocio internacional es lo más parecido a ir en bici: si te paras, te caes. En ese sentido, pretender disecar nuestro sector turístico es la mejor garantía de su declive. ¿Qué habría sido de nuestra hostelería si los poderes públicos se hubieran dejado llevar por quienes pretendían vetar el parque temático de Salou y Vila Seca?

La historia demuestra que los proyectos audaces, si se hacen con inteligencia y los pies en el suelo, habitualmente terminan convirtiéndose en iconos indiscutibles y motores económicos de los territorios que los acogen. Por poner un ejemplo que este año cumplirá su 125 aniversario, a finales del siglo XIX un colectivo de trescientos intelectuales firmó la alarmista “Protesta de los artistas contra la torre del Sr. Eiffel”. Entre ellos se encontraban célebres personajes de la época como el premio Nobel de literatura Sully Prudhomme, el compositor Charles Gounod, el exitoso arquitecto Charles Garnier, o el pintor William-Adolphe Bouguereau. Sus autores calificaron la torre como “un aborto de un ridículo y delgado perfil de chimenea de fábrica” o “un supositorio acribillado de hoyos”. No hace falta decir que la obra cumbre del genial ingeniero de Dijon se convirtió con los años en el indiscutible símbolo de París, uno de sus principales reclamos internacionales, y el monumento de pago más visitado del planeta.

El cúmulo de sinergias que se están generando en torno a Port Aventura pueden convertirnos en uno de los núcleos turísticos más importantes del Mediterráneo. Lo demuestran las noticias que últimamente vienen sucediéndose sobre próximas inversiones, y que confirman la seriedad del trabajo que se está realizando: este verano el Cirque du Soleil llegará al parque temático, Ferrari Land también instalará su sede europea en el complejo en 2016, y este miércoles Xavier Adserà anunció que Hard Rock construirá en el resort R4 su mayor establecimiento del continente. Entre tantas malas noticias, por fin tenemos algo que celebrar.

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