26 millones de hijos de puta


Publicado en el Diari de Tarragona el 6 de diciembre de 2020


Un cierto ruido de sables ha vuelto a retumbar esta semana, de forma poco efectiva pero sintomática, en un país que observa con creciente desconcierto la supervivencia de una mentalidad anclada en tiempos afortunadamente superados. Los principales medios de comunicación han difundido estos días tres cartas, remitidas por sendos colectivos militares al rey Felipe VI, que pretenden trasladar al monarca su preocupación ante las actitudes y decisiones del actual ejecutivo. La vinculación de estas misivas con un grupo de WhatsApp, de innegable regusto franquista, ha puesto la piel de gallina a más de uno.

Uno de estos textos, firmado por un nutrido grupo de mandos ya retirados, exige “revertir la peligrosa deriva de nuestra Patria ante un Gobierno que ha cedido a comunistas, golpistas y proetarras". La carta arremete duramente contra el ejecutivo de Pedro Sánchez, a quien acusa de aceptar “los desprecios a España, las humillaciones a sus símbolos, el menosprecio al Rey y los ataques a su efigie”, así como de “conceder favores” a los terroristas. Según los autores del manifiesto, la causa de este “grave riesgo para la Unidad de España” se encuentra en la “educación inclusiva” (sospecho que los redactores ni siquiera conocen el significado de este término) y el “pensamiento único” (dime de qué presumes y te diré de qué careces).

Otra de las misivas aparece firmada por más de setenta mandos del Ejército de Tierra, un colectivo que prácticamente suma la mitad de los miembros supervivientes de la XXIII promoción de la Academia General Militar. Sus autores insisten en el peligro que vive la “cohesión nacional”, por culpa de un gobierno “social-comunista, apoyado por filoetarras e independentistas” (parece que, en esta ocasión, los judíos y los masones no tienen ninguna culpa en el desastre). De la redacción se deduce que este grupo de militares pretende implicar veladamente al Rey en sus intrigas, mostrándole su apoyo “en estos momentos difíciles para la Patria”.

La tercera carta, remitida por “el General, Jefes y Oficiales en situación de Retiro, miembros de la XIX Promoción de la Academia General del Aire”, es una segunda versión de otro texto enviado directamente al presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli. A lo largo de sus líneas, los redactores se muestran “preocupados por la situación de deterioro en la que se encuentra nuestra Nación, a la que un día juramos defender”. Los responsables del escrito consideran que la política llevada a cabo por el actual inquilino de la Moncloa “aniquilaría de raíz nuestra democracia”, y viene finalmente firmada, “en representación de los abajo indicados, por D. Francisco Beca Casanova”.

Ciertamente, resulta enternecedora la preocupación del general Beca por la salud de nuestra democracia. Lástima que esta semana también se haya hecho público el contenido de un grupo de WhatsApp, integrado por altos mandos de la mencionada XIX promoción de la AGA, en el que dicho general muestra su verdadero rostro. Entre otras perlas, declara que “no queda más remedio que empezar a fusilar a 26 millones de hijos de puta. Creo que me quedo corto. Yo prefiero la República, porque tendremos más oportunidades de repetir las maniobras del 36”. Otro de los miembros del chat, el capitán José Molina, señala que “No quiero que estos sinvergüenzas pierdan las elecciones. No. Quiero que se mueran todos y toda su estirpe”. El coronel Díaz Rivera contesta diciendo que “Alguien tendrá que empezar a hacer algo, legal o ilegal, contra estos hijos de puta”. Y el también coronel González Espinar deja poco espacio para la imaginación con dos de sus mensajes: “Qué pena no estar en activo para desviar un vuelo caliente de las Bárdenas a la casa sede de estos hijos de puta”, y “Ya lo dije yo en un discurso delante del Jefe del Estado Mayor del Aire: ¡¡DEME UNA ORDEN!! Y es lo que le diríamos al Rey”.

Al margen de la trascendencia penal que puedan tener estos mensajes, que ya están siendo analizados por la Fiscalía, vaya por delante el completo derecho de estos ciudadanos a mandar las cartas que consideren oportunas a quien quieran, en el ejercicio de su libertad de expresión, plenamente recuperada tras su retiro del servicio activo. Pero legal no es sinónimo de irrelevante, y la conjunción de las misivas y el chat permite extraer algunas conclusiones. Aunque, probablemente, las personas más indicadas para analizar este episodio deberían ser los antropólogos de Atapuerca, creo que merece la pena aportar algunas reflexiones al respecto.

Efectivamente, por un lado, este incidente evidencia que aún son muchos los militares españoles que, tras un falso disfraz democrático, conservan una mentalidad de fondo nítidamente autoritaria y despectiva frente a la libertad de la ciudadanía para elegir libremente el destino del país. Muchos de ellos continúan sintiéndose los salvadores de la patria, incapaces de asumir su rol como simples empleados públicos en un estado moderno, como son los policías, los maestros, los bomberos o los médicos de la Seguridad Social.

En segundo lugar, este sector anacrónico del ejército también muestra, además de un léxico ofensivo sorprendentemente escaso, unas capacidades intelectuales ciertamente limitadas. Hay que ser muy estúpido para pensar que se apoya a Felipe VI enterrándolo en cartas públicas llenas de caspa, donde se identifica la lealtad al monarca con un ataque brutal a las políticas del gobierno legítimamente constituido.

Por último, la Casa Real ha vuelto a perder la enésima oportunidad de recuperar su proximidad con el pulso ciudadano. Obviamente, estas misivas no merecían ser explícitamente respondidas, pero ante la trascendencia mediática que han alcanzado, podría haberse diseñado una intervención pública con cualquier excusa, aunque fuese telemáticamente, donde se dejase claro el rechazo del rey a este tipo de intrigas. Sin duda, estas excrecencias del aparato militar no son mayoritarias, pero como las meigas, haberlas haylas.

Comentarios


  1. Desde luego, la falta de agilidad de Zarzuela me parece lamentable, en contraste con la del Ministerio de Defensa. Del contenido bravucón de los textos poco hay que añafir por evidente. La probabilidad de realización de tamañas monstruosidades me parece muy desproporcionada respecto el revuelo que han provocado. Las redes sociales son la nueva taverna, con la diferencia que allí se quedaban esos improperios y ahora adquieren relevancia gracias a ese pantanal de iniquidades que ocupa casi todo el espacio de lo que llamamos "redes sociales".

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  2. Ppor otra parte, creo que la probabilidad que tales amenazas lleguen a ser realidad, creo que no es muy superior a la que tenga Bildu de repetir las bombas a las casas cuartel de la GC y el tiro en la nuca a políticos, periodistas o personajes relevantes que "molesten" a los neogudaris

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