El SÍ gana las elecciones pero pierde el plebiscito

Publicado en el Diari de Tarragona el 28 de septiembre de 2015


Las urnas han hablado y nos han dejado dos mensajes contundentes. En primer lugar, el movimiento independentista ha vencido con nitidez en las elecciones al Parlament, tras lograr una mayoría clara de escaños en la cámara. Paralelamente, el plebiscito sobre la eventual independencia de Catalunya arroja un resultado contrario, desde el mismo momento en que el respaldo popular a las candidaturas contrarias a la secesión ha superado holgadamente a los partidarios de la ruptura. Las cosas como son: todos los regímenes democráticos del mundo cuentan escaños en las elecciones parlamentarias y votos en los plebiscitos. En cualquier caso, la pluralidad que caracteriza a la sociedad catalana se ha traducido en un mapa político complejo que augura una legislatura ciertamente complicada.

JUNTS PEL SÍ, victoria sin cohetes. La candidatura conjunta de CDC y ERC ha ganado las elecciones con claridad. Sin embargo, los resultados logrados en bloque son los peores que han obtenido ambas formaciones conjuntamente en toda su historia. Es la primera vez que la suma de sus representantes no será capaz por sí sola de designar al próximo President de la Generalitat, una circunstancia que complicará seriamente las expectativas de Artur Mas para mantener su cargo. Para colmo, la significativa distancia que les separa de la mayoría absoluta se traducirá necesariamente en una legislatura imprevisible, pues el automatismo de contar con los votos de las CUP es una ensoñación que sólo habita en las mentes convergentes. Nos esperan unos meses de gobernabilidad complejísima.

CIUTADANS, un nuevo referente. La candidatura apadrinada por Albert Rivera se ha convertido en el principal partido de la oposición con unos resultados espectaculares tratándose de un partido tan joven. Al igual que sucediera hace escasos meses en muchos ayuntamientos catalanes, el PP ha dejado de ser el icono electoral de españolismo, una evidencia que promete emociones fuertes de aquí a las próximas elecciones generales de diciembre.

PSC, salvando el tipo. Los socialistas han retrocedido ligeramente pero han aguantado la tormenta patriótica mejor de lo que algunos auguraban. Miquel Iceta se ha destapado definitivamente como un gran líder político, capaz de responder con solvencia al frentismo que se ha instalado en Catalunya desde hace unos años. El resultado es paupérrimo en comparación con épocas pasadas, pero la realidad actual es que el bailarín más dicharachero de la campaña ha esquivado con eficacia el riesgo cierto de convertir al socialismo catalán en una fuerza marginal.

CATALUNYA SÍ QUE ES POT, el globo desinflado. La izquierda podemista acudía a estas elecciones con dos hándicaps de envergadura: por un lado, al igual que el PSC, veía cómo su mensaje quedaba desdibujado en medio de una batalla de banderas; y por otro, su capacidad para aglutinar el voto del descontento (la clave de su despegue en España) se veía aquí mitigada porque esa bolsa de votos es la que nutre precisamente al independentismo. Por si fuera poco, se decidió cubrir el cartel electoral con una cara absolutamente desconocida, en un gesto que probablemente delataba un exceso de confianza en la sigla. El resultado ha sido un fracaso sin paliativos para una fuerza con vocación de relevancia.

PP, un fiasco anunciado. Los populares se dieron ayer un batacazo mayúsculo, en sintonía con los nefastos resultados de los recientes comicios municipales. Es difícil gestionar peor una crisis como la actual, con una falta de respuesta alarmante a los cambios que se están produciendo en Catalunya, y con un líder estatal que se dedica a pasear su mediocridad por los micrófonos de Onda Cero a escasas jornadas del día clave. El independentismo ha encontrado en Rajoy a su mejor aliado desde hace tres años, y mientras él permanezca en la Moncloa será difícil encontrar una salida al laberinto en el que nos hallamos inmersos.

CUP, la clave. La formación liderada por David Fernández obtuvo ayer un espaldarazo contundente, fruto de una trayectoria decidida y coherente. A pesar de que la candidatura liderada por Raül Romeva cuenta con sus votos para los próximos tiempos, el partido asambleario ha dejado bien claro que cobrarán un alto peaje por su apoyo. Cuesta imaginar una acción de gobierno consensuada con los convergentes, por lo que la legislatura que se abre ante nuestros ojos se antoja algo más que enrevesada.

UNIÓ, los ausentes. La candidatura liderada por Ramon Espadaler se ha quedado a medio punto porcentual de acceder a la cámara catalana. Se reduce así el peso político de una formación crucial para alcanzar acuerdos razonables, una interlocución que probablemente se eche de menos dentro de unos meses. El partido de Duran se ha visto borrado del mapa político como ningún otro en el fragor de la dicotomía nacional, una eventualidad que entraba dentro de lo previsible, aunque no por ello deja de resultar parlamentariamente empobrecedora.

Durante las próximas semanas comprobaremos si es posible conformar un gobierno sólido con estos resultados, una tarea que se antoja sumamente ardua. Las CUP han declarado hasta la extenuación que jamás votarán a Artur Mas como President, y en el momento en que escribo estas líneas ni siquiera su abstención permitiría su investidura. Todo apunta a que la próxima legislatura será corta, muy corta. Otra más.

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